Libros

Tokio

Caricias luminosas a kilómetros de distancia

Con el último invento nipón, la sensualidad permanece aunque la pareja no esté al lado. Cada uno lleva un anillo y una cámara en la cama que sigue los movimientos de la mano. Éstos se proyectan en forma de luces en el cuerpo del compañero.

Caricias luminosas a kilómetros de distancia
Caricias luminosas a kilómetros de distancialarazon

En escena una mujer comienza a recorrer con un extraño anillo el colchón de su cama, dejando un rastro luminoso. Todo en un ambiente muy íntimo y erótico. Apenas quince minutos más tarde, un hombre, también tumbado en su cama, recibe ese «mensaje» y las luces comienzan a dibujarse sobre su cuerpo. Por las caras de ambos, parece que les gusta. Lo más sorprendente del asunto es que ella está en Tokio y él en Osaka. ¿Que cómo acaba la película? El vídeo demostrativo no da para tanto, pero los investigadores del invento, conocido como «Mutsigoto» (del laboratorio Distan Lab que trabaja con lo último en tecnología digital) pretenden revolucionar el mundo de los juegos eróticos, y encima a distancia. Uno comienza por tumbarse sobre el lecho con «la alianza» especial. Se relaja pensando en el añorado compañero y, con cuidado, mueve su mano alrededor de su propio cuerpo. Estos movimientos se transmiten y se proyectan en forma de rayos lumínicos sobre el cuerpo de la pareja. El proyecto se presentará el próximo mes de agosto en el Festival de Edimburgo.

NUEVO ALICIENTENo obstante, hay que saber diferenciar entre realidad y ficción, ya que, tal y como apunta Miguel Ángel Cueto, secretario general de la Federación Española de Sociedades de Sexología (FEES), «con el sexo se desarrolla la comunicación con la pareja, imprescindible para el bienestar físico y psicológico. Estas nuevas tecnologías pueden ser un aliciente en un primer momento, por la novedad y la emoción. Pero hay que saber diferenciar el mundo virtual del mundo real. Necesitamos el contacto para unirnos más a la otra persona y generar un apego emocional duradero». Y esto todavía no queda en manos de la ciencia. De hecho, acaba en manos de uno mismo, puesto que este trabajo, de momento, sólo permite imaginar el encuentro sexual, no nos hace sentir el mismo placer que si ambos estuvieran bajo las mismas sábanas. Pero eso sí, todos aquellos que deseen experimentarlo, pueden intentarlo. La empresa busca «conejillos de indias» para probar la efectividad el producto. El requisito es que estén disponibles en los meses de verano (julio, agosto y septiembre).

LA MODA «ING»De hecho, para muchos expertos, crear contactos virtuales puede ser interesante y placentero, aunque siempre hay que mantener el control de la situación y no caer en la trampa de una búsqueda de placer compulsiva para que no se convierta en un callejón sin salida. «He visto varios reportajes donde se está investigando sobre una serie de mallas que cubren el cuerpo con sensores de presión para que puedan ser activados a distancia por otra persona y que sintamos el placer de tocar y ser tocados», argumenta Cueto.Todos los avances son buenos en el desarrollo personal dependiendo de su uso. Este tipo de artilugios podrían ayudar, no sólo a aquellas parejas que están alejadas físicamente, sino también «a individuos que padecen discapacidades emocionales o físicas, a los que les sea complicada la interacción real o a personas que deseen un placer momentáneo sin compromiso», puntualiza el secretario de la FEES.Este tipo de personas optan también por lo que se va convirtiendo en la moda «ing», como el «sexting». Se trata de fotos eróticas que circulan, no sólo en la red, sino también a través de los teléfonos móviles. Esta nueva tendencia ha impulsado a que las nuevas generaciones (y las que no lo son tanto) vayan un paso más allá y envíen una instantánea por sms a su pareja, luciendo lo que mejor le parezca (con un picardías, en la ducha...). En la mayoría de los casos esta acción no tiene una motivación fundada, sino que simplemente lo hacen «por diversión» o para «ligar» con otros adolescentes. Pero la broma puede salir cara. El fenómeno es tan nuevo que existen incluso lagunas legales.