El debate de la Lomce
Cataluña blinda su modelo de inmersión lingüística en las escuelas
BARCELONA- Cataluña dio ayer luz verde a su primera Ley educativa, un hito ensombrecido por la polémica que ha envuelto la redacción de la nueva norma desde su nacimiento. Como era de esperar, el malestar se hizo sentir en las puertas del Parlamento catalán, donde sindicatos y asociaciones defensoras del castellano mostraron su desacuerdo con la Ley de Educación de Cataluña (LEC). «Ley de Exterminación del Castellano» se podía leer en algunos de los carteles que recibieron al presidente de la Generalitat, José Montilla, a la cámara catalana. A pesar de las protestas, socialistas, convergentes y republicanos se felicitaron por haber conseguido poner el broche final a una ley que servirá para blindar el modelo educativo catalán, es decir, dar cobertura legal a la inmersión lingüística y poner freno a la tercera hora de castellano. Cuatro horas de catalán, tres de inglés y dos de castellano integrarán el currículo lingüístico del alumnado catalán. Una previsión que no satisface ni a PP ni a Ciutadans, que mostraron su desacuerdo con la política del ejecutivo de Montilla. «¿Dónde está el consenso social?», se preguntaba el diputado el PP Rafael López, mientras el diputado del Grupo Mixto Antonio Robles ponía el grito en el cielo acusando a la Generalitat de «talibanismo lingüístico». Hasta tres veces el presidente del Parlamento, Ernest Benach, tuvo que llamar al orden a Robles que llegó tachar la nueva norma de «ley para educar el espíritu nacional». El foro catalán de la familia también mostró su descontento y apuntó la inconstitucionalidad de una norma que refleja «el intervencionismo de la Generalitat» y que «vulnera las principales declaraciones de derechos humanos». Más allá del apartado lingüístico, la LEC ha vivido otras polémicas que han provocado la primera ruptura del tripartito en esta legislatura. PSC y ERC tuvieron que unir fuerzas con CiU para hacer prosperar la nueva norma que cuenta con la oposición de Iniciativa. Los ecosocialistas no escatimaron críticas a sus socios, a los que acusan de haber traicionado los principios del pacto del tripartito para vender su alma a CiU. No en vano, la jornada empezó con una buena encajada de manos entre Montilla y el líder de CiU, Artur Mas, que escenificaron su unidad en materia educativa. El mantenimiento de los conciertos en las escuelas diferenciadas, así como la no promulgación de la laicidad como eje vertebrador de las creencias en las aulas, han apartando a ICV del pacto por considerar la nueva norma «una oportunidad perdida» para reforzar la escuela pública. El portazo de los ecosocialistas no asusta a sus socios, que ven en el plante una maniobra electoral de acercamiento a los sindicatos. A pesar de todo, el consejero de Educación, Ernest Maragall, respiró ayer tranquilo al cerrar una etapa que le ha llevado a soportar las críticas incesantes del profesorado y hasta tres huelgas generales en las aulas catalanas.
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