Estados Unidos
Comer poco de todo y mucho de nada
Síndrome metabólico
Primero un par de kilos, que luego serán tres o cuatro... Y así hasta alcanzar una talla «digna» de lucir. Pero no hay tiempo ni fuerza de voluntad, así que se acude a lo más rápido. O dejamos de comer o nos sometemos a experimentos con tal de reducir peso. Pero la consecuencia más frecuente es el fracaso y la falta de motivación por el efecto yoyó, esto es, no sólo no perdemos, sino que ganamos kilos. Dietas disociadas, de la alcachofa o del helado, no sirven de nada. Desde el Instituto de Obesidad, dirigido por el Adelardo Caballero, advierten de los riesgos que conllevan este tipo de regímenes. Para bajar de forma rápida los excesos acumulados en invierno, muchos apuestan por dietas que incluyen exceso de ensaladas, carnes magras, yogures, frutas y líquidos. Este tipo de ingestas, además de su escasa riqueza proteínica, pueden ocasionar graves trastornos en el futuro. De hecho, según un estudio de la Fundación ABB (especializada en trastornos de conducta alimentaria), el 40 por ciento de las personas con bulimia y anorexia cayeron en estos problemas a través de una dieta de verano. Por su parte, Jesús Román Martínez, presidente del Comité Científico de la Sociedad Española de Dietética, afirma que «la mayor parte de quienes desean perder peso no lo hace de forma supervisada y por eso fracasan. Pierden agua y músculo los primeros días, pero no es solución». Lo importante es «hacer bien las comidas, entre tres y cinco diarias». «Licencias» Muchos asocian la palabra dieta a restricción, pero nada más lejos. Las «licencias» se pueden combinar, ya que, según apunta Ana Palacio, especialista en nutrición y directora de Unilever España, «los bollos también tienen cabida en una alimentación sana. Hay que moderar el consumo y combinar los alimentos. Un día desayunar un bollo y otro una tostada con aceite de oliva, por ejemplo». Lo imprescindible es la variedad y el equilibrio en aquello que se come, es decir, no atiborrarse un día y «compensar» al siguiente reduciendo al mínimo la comida o ingiriendo sólo fruta o verdura. Palacio afirma que «no hay que atiborrarse con nada, porque al final, comer tres kilos de manzanas también termina por engordar. Lo ideal es comer un poco de todo, y mucho de nada». De esta forma se logrará reducir peso «en una media de 300 o 400 gramos a la semana y un total de un kilo y medio o dos en un mes, y no tres kilos en una semana, que es una barbaridad», matiza Palacio. Los profesionales también advierten del error de saltarse las comidas, ya que quitar nutrientes provoca carencias nutricionales. Pero hay mucho impaciente que se deja llevar por la vía rápida y hace caso a aquello que promete un «milagro». Algo similar a lo que recientemente ofrecía un estudio de la Escuela de Salud Pública de Harvard y el Centro de Investigación Biomédica Pennington de la Universidad Estatal de Louisiana (Estados Unidos). En él se afirmaba que la reducción de calorías ayuda a perder peso independientemente de si se limita el consumo de hidratos de carbono, proteínas o grasas. Vamos, que da igual inflarse a patatas fritas y chocolate si el número de calorías es inferior a la media diaria. Algo con lo que los especialistas no están de acuerdo. Según señala Juan Pedro Marañés, ex jefe de Endocrinología del hospital Clínico de Madrid, «los alimentos que hay que reducir son precisamente aquellos cuyo consumo energético es menor, los hidratos y las grasas, ya que el organismo trabaja menos para metabolizarlos». Además, cada individuo tiene unas necesidades metabólicas diferentes y la reducción de calorías debe ser gradual. Jesús Román añade que «está claro que las dietas hipocalóricas adelgazan, pero la persona nunca va a estar sana. Por un día no pasa nada, pero la solución es ponerse a ello y corregir el desequilibrio nutricional». Otro problema es el empeño en querer perder aquello que en realidad no sobra. Porque quien tiene 10 kilos de más, con una dieta adecuada y «moviendo el cuerpo» perderá peso de forma rápida (sobre todo al principio), pero quien en realidad se encuentra en su peso ideal y desea perder más, lo tiene más complicado, ya que el cuerpo te pide alimento y nutrientes que no puedes dejar de darle. La solución es siempre la misma. Primero, interés en ocuparse en uno mismo y respetar al cuerpo. Llenar la despensa con lo que uno necesita, esto es, fruta, verdura, carne, pescado... y combinarlo con ejercicio. Y, sobre todo, no empecinarse en acabar con kilos que no sobran.
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