San Francisco
Cómo sacarle más partido a la mente por José Antonio Vera
Siempre se dijo que el poder de nuestra mente es casi ilimitado, y que en la actualidad apenas si la utilizamos en un porcentaje mínimo. La literatura fantástica está llena de libros que divagan sobre los superpoderes del hombre a partir de una mente hiper-dotada que le permitiría realizar diferente tipo de quimeras, entre ellas la de vivir doscientos o quinientos años, controlar la memoria, viajar al pasado, ser invisibles, crear vida artificial, teletransportarse o mover objetos con el pensamiento. Algunos de estos campos son hoy por hoy meramente fantasiosos, pero en otros se perciben pequeños avances que igual algún día se transforman en algo concreto. Ya ha ocurrido con la tele-transportación en lo que se refiere a partículas, y en la potenciación de la memoria a través de fármacos, pero quizás lo más revolucionario de todo sean los avances experimentados en lo que se refiere al control de objetos con el pensamiento, lo que en determinados ámbitos científicos denominan «telequinesia». La noticia más reciente a este respecto nos llegó hace apenas unos días. Investigadores de Zaragoza han conseguido de manera experimental mover un robot con la mente desde muy lejos. A esta técnica le denominan «tele-operación», y se obtiene mediante procedimientos no invasivos que consiguen captar la actividad cerebral de un individuo. La demostración en cuestión fue hecha con un robot movido por una persona que se encontraba en Osaka (Japón) ataviada con un sombrero de electrodos colocado en el cuero cabelludo, que enviaba señales a un ordenador para que éste, a su vez, ejecutara la acción. Los científicos de Zaragoza lograron fijar el pensamiento del individuo en un punto concreto hasta que movieron el robot a miles de kilómetros de distancia. Guiado por la mente, el muñeco mecánico logró salvar diferentes obstáculos y salir fuera de la sala en la que se encontraba.Este último experimento se une a otros que han empleado asimismo «cascos inteligentes» que permiten conducir coches, mover prótesis o manejar computadoras por el mismo sistema mencionado. El artilugio en cuestión se denomina en inglés «brain-computer-interface», y su uso podría permitir en el futuro a la medicina el diagnóstico de enfermedades cerebrales, amen de mejorar la vida a los minusválidos activando prótesis o sillas de rueda sin necesitad de ayuda. Una «neuro-prótesis» similar ha permitido, también en fase experimental, devolver la movilidad a monos paralíticos a los que se implantó un brazo robótico que lograron activar hasta alcanzar y sujetar objetos.La revista «Nature» informó hace más de un año de otro experimento según el cual se implantó en la corteza motora de un tetrapléjico un diminuto sensor capaz de registrar la actividad de docenas de neuronas, lo que permitió al paciente abrir el correo electrónico y ajustar el volumen del televisor. El problema en este caso es que se trataba de una tecnología basada en implantes cerebrales, que puede ser muy invasiva, y por tanto presenta mayores dificultades que las anteriores.En donde también se están produciendo avances importantes es en el ámbito de los juegos. La famosa Wii ha sido revolucionaria porque ha permitido suprimir el controlador manual, pero ahora se habla ya de dar un paso más radical, como sería el de funcionar simplemente con el pensamiento del jugador, gracias al uso de unos cascos especiales. Se espera que la firma Emotiv Sistems, compañía con sede en San Francisco, empiece a vender tales dispositivos el próximo año. También se especula con que Nintendo podría incluir tal tecnología de ondas cerebrales para un próximo proyecto que sería continuación de la famosa Wii, aunque es verdad que el propio presidente de la multinacional quiso restar relieve a esta cuestión al asegurar que esta tecnología aún no está lista, y que habrá que esperar aún unos años. De manera que controlar las ondas cerebrales y emitir órdenes para que sean interpretadas por máquinas se ha convertido en algo posible. Todo un sueño realizable y un reto para la ciencia, que antes fantaseaba con estos temas y ahora empieza a recoger los frutos de muchos años de investigación con resultados más que alentadores.
José Antonio Vera
jvera@larazon.es
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