Con retraso

Queridos Reyes Magos: ya lo sé. Lo sé. No son horas. Ya tenéis cerrada la ventanilla y os estáis dando una ducha. Llego como las palmas a Bogarra, que se dice en Albacete. No importa. A otras muchas cosas he accedido entrando a por el rebote y me ha ido bien. Con los tíos, por ejemplo, tenía que esperar a lo que sobraba de mis amigas y, escarbando, se encuentran cosas pasables. Es decir, que si entre lo que se os ha quedado en el inventario localizáis un plafón mono, una faja pantalón, o un hule de colores, me lo endiñáis, que tengo un hangar alquilado. Por si pudiera elegir, me vais a echar una tele de plasma, como la que tenía el otro día José Luis Moreno en casa y a través de la que nos enseñó los efectos del palizón horrible que le dieron y del que me congratulo se vaya recuperando. Me gustó la idea del plasma para esos detalles, fíjate, porque yo, que soy una siesa, sólo la uso para ver Muchachada nuí. Por cierto, quería decirle desde aquí a José Luis, que yo, que vi su comparecencia sin cantearme, eché de menos en esa estancia un poquito más de marfil. O de mármol. O un teléfono blanco. O una pianola. Me pido también un tratamiento gratis de descargas por electrodos para mis nervios. O una lobotomía. O, al menos, una trepanación que no me deje mucha cicatriz. Es que tengo una hipoteca que me rebaña hasta el tuétano y este año me parece, me da el pálpito, no sé por qué, que voy a pasar fatiguita. Para la segunda quincena de febrero me pido un viajecito. Lejos. O cerca, pero que esté mal comunicado. Y si no puedo llegar a tiempo de asistir a la fabulosa jornada electoral, tampoco pasa nada. No vayamos a ponernos estupendos por unos días. Si os topáis por ahí con el conejo de la Alicia de Carroll, le arrebatáis el reloj. Se lo dejáis en los zapatos a mi Maleni, que es que se pone la gente de un tonto con los retrasos que para qué. Y nada más. Soy la que os ha dejado tres gintonics al lado de unas botas negras altas de estricta gobernanta. Hala, venga, que me hago la dormida.