Estados Unidos

Correr

La Razón
La RazónLa Razón

Correr lo justo para llegar al autobús. Ése es un buen «footing» aunque no tiene la galanura de ponerse zapatillas de deporte, pantalones cortos y gafas de sol. Lo hago cada día, y todas las jornadas llego sin resuello, el justo para picar el bonobús y sentarme en el asiento más cercano. No es vistoso pero es ejercicio. Los que van en coches oficiales ni saben de qué va eso. Eso es deber, no placer. Distinto debe ser correr para no ir a ninguna parte, o sí, a muscular el ego después de bajarse de un coche con un par de maromos detrás que vigilan tus movimientos. Normal que les dé un chungo y les manden a reposar, sobre todo la autoestima, tras desvanecerse por una carrera a destiempo. Lo digo por Sarkozy y todos los políticos que presumen de correr ahora para ocultar lo que anduvieron antes, cuando ni había perrito que les ladrase. Últimamente el poder está ligado al deporte de ocasión, quizá para trasmitir que son un gladiador en busca del dedo pulgar del pueblo soberano dándoles su aprobación. Prefiero que musculen las meninges. Franklin Delano Roosevelt estuvo en sillas de ruedas mientras levantó a Estados Unidos de la peor crisis económica, el «crash» del 29, al tiempo que frenó a Hitler. Me importa un comino los bíceps de los que nos gobiernan, salvo que estén en el cerebro. O sí, pero prefieren mostrar lo accesorio a lo fundamental. Así les va… líderes de postal.