Ibiza

Coto Matamoros tuvo que huir de Tailandia

La Razón
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Su escapada hacia adelante tiene un trasfondo tragicómico. Quizá hay que evitar un melodrama que Coto Matamoros alimenta como nadie. Es uno de sus constantes latiguillos. Porque, tras sobrecoger a la audiencia hace más de un mes al anunciar en «¿Dónde estás, corazón?» su intención de quitarse la vida –que afortunadamente se quedó en una huida a Tailandia–, el pasado viernes, vía satélite y previo cobro de su importe, insistió en sus fúnebres propósitos. Acabó llorando, aparentemente deshecho y deprimido hasta el punto de que convenció a los cinco tertulianos. Deuda de 40.000 eurosEl pasado 26 caducó el visado que le permitía vagar por Tailandia durante treinta días. Se imponía otro traslado, aunque, sabiendo lo bien que planifica Coto sus estrategias, no se entiende que proyectase instalarse en Bangkok los cinco años que necesita para que prescriba la deuda de 40.000 euros que tiene con su hija mayor. Me cuentan compañeros que estuvieron con él en su voluntario pero necesario destierro que lo encontraron mal y sin ilusiones, «aunque no se olvidó de pedirnos dinero. Parece que no anda muy sobrado, vive en un hotelito de veinte euros por noche y no sabe cómo tirar para adelante», afirman. Y aseguran que, caducado su visado, no sabía si tirar hacia Camboya o Vietnam. Pero insisto en que este Coto aparentemente agobiado y acosado en nada se parece al optimista, maquinador y experto en pirulas con el que compartí tantas mañanas junto a una María Teresa Campos que ya está plenamente recuperada. Así la vieron en el concierto que dio Isabel Pantoja en la Costa del Sol a beneficio de la fundación de Isabel Gemio. Teresa no fue acompañada, como cabía esperar, por su sesentón novio argentino, parece que ya desaparecido de su vida. Ella calla sobre la ausencia de Adolfo, pero no verlo pareció suficientemente explícito. Porque Teresa es de las que repiten los mismos escenarios veraniegos incluso cambiando de pareja: varía de amor, pero sigue fiel a su periplo, que alterna Mallorca y Marbella, siempre con treinta pares de zapatos a cuestas. Allí supo que la Duquesa de Alba está a punto de caer –llegará el día 1– a sus posesiones de Marbella tras unos días en San Sebastián junto a su ex nuera, María Eugenia Fernández de Castro. Aunque la casa andaluza ya es propiedad de su hijo Fernando, ella y otra de sus hijas, Eugenia, se la piden prestada antes de recalar en Ibiza. Es otra fiel y hasta inalterable en su ruta estival, que no ha variado ni tras el susto del pasado invierno.