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Cuando acariciar se vuelve un infierno

Más de 260.000 mujeres en España tienen un eccema crónico de manos que les impide hasta tocar a su pareja

Cuando acariciar se vuelve un infierno
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El 10 por ciento de los españoles presentan un eccema crónico de manos, una enfermedad dermatológica que en su forma más severa afecta a unas 260.000 mujeres que ven interferidas sus relaciones personales a causa de las lesiones que presentan, que pueden llegar incluso a impedirles tocar a su pareja o a sus hijos, según destaca la dermatóloga del Hospital del Mar (Barcelona), Ana Giménez Arnau. En este sentido, suelen ser mujeres para las que aspectos cotidianos de la vida como cuidar de los hijos, trabajar fuera de casa o ser ama de casa se convierten en mucho más difíciles que para las demás, dado que la enfermedad provoca con el tiempo el engrosamiento de la piel, su descamación, hinchazón, vesículas e incluso ampollas y finalmente fisuras dolorosas. Su origen responde a varias causas, entre ellas el contacto prolongado de las manos ejerciendo trabajo húmedo y el contacto con inmumerables sustancias químicas. En cualquier caso, las manos acaban adquiriendo una mala apariencia que «la sociedad interpreta inequivocamente como enfermas, potencialmente contagiosas o en el mejor de los casos marcadamente descuidadas». Según añade Giménez Arnau, son muchas las profesiones en las que el eczema puede dar al traste con las aspiraciones profesionales de una mujer, desde secretarias, enfermeras, azafatas, peluqueras, dependientas, aunque «si hay una que puede ser especialmente traumática, esa es la de profesora de educación infantil». En estos casos, «psicológicamente es difícil valorar el coste emocional de tener que reprimirse a la hora de hacer una caricia a un niño», cuenta esta experta. Y es que la sensibilidad está exacerbada ante el mínimo roce, dolor, inflamación y sangrado de las manos, mientras que el tratamiento de dichos eccemas también dificultan la rutina diaria, ya que «deben esperar horas a que se reabsorban las pomadas, tener las manos grasientas todo el día, la obligación de ponerse guantes para no manchar con la grasa o el tiempo empleado en ponerse cremas dos o tres veces al día».