Audiencia Nacional
Cuatro millonarias y un gigoló
Casadas, ricas y estafadas. Las cuatro clientas de Sgarbi ponen punto y final a este culebrón con el encarcelamiento de su seductor acompañante.
Cinco horas de juicio fueron suficientes para poner punto y final a una de las historias más aireadas por el sensacionalismo germano en los últimos tiempos. El gigoló suizo Helg Sgarbi, de 44 años, pasará los próximos seis entre rejas después de reconocer ayer ante un Tribunal de Múnich que extorsionó a la heredera más rica de Alemania, Susanne Klatten, y a tres de sus adineradas amigas. La confesión del acusado evitará a las cuatro mujeres cumplir con el trance de explicar pormenorizadamente sus deslices amorosos ante una sala repleta de periodistas. Algunos medios, como el diario populista «Bild», se atrevieron a retransmitir a través de internet -en directo, al más puro estilo futbolístico- la vista de ayer. En ella, mediante un texto leído por su abogado, Sgarbi se disculpó por haber engañado y chantajeado a sus ricas y casadas amantes, de las que obtuvo alrededor de 9,4 millones de euros a cambio de no airear sus adulterios. Contenido sexual «Se trata de un arrepentimiento forzado por la situación», señalaba decepcionado el fiscal Thomas Steinkraus-Koch, que había solicitado nueve años de cárcel. Calculador en extremo, ayer Sgarbi se limitó a cooperar con la justicia lo suficiente para obtener una pena menor, pero no nombró a ninguno de sus compinches ni reveló el paradero de los vídeos de contenido sexual con los que coaccionaba a sus víctimas. Susanne Klatten, de 46 años, descendiente de uno de los linajes empresariales más acaudalados de Alemania (los Quandt), propietaria del 12,5 por ciento de BMW, casada y madre de tres hijos, conoció a Sgarbi en 2006. Superdotada en el ámbito de los negocios -posee una fortuna valorada en 17.000 millones de euros-, Klatten no supo ver en el seductor Sgarbi al estafador que ocultaba. Su aspecto no se corresponde con el del clásico «playboy», pero sí al parecer sus artes amatorias: sus sábanas enseguida cautivaron a la alemana que, satisfecha, corrió a recomendar la compañía del suizo a otras tres amigas de su círculo más cercano. Las peticiones de dinero no tardaron en llegar. Klatten accedió ante la primera demanda (7,5 millones), y ello animó a Sgarbi a incrementar la apuesta: 290 millones a cambio de las cintas del romance en varios hoteles de lujo. Pero la heredera se negó y le denunció. «Era la solución correcta, a pesar de no ser fácil», reconoció ayer a la Prensa. La Policía alemana sólo ha recuperado tres millones del botín que recaudó el gigoló. El resto de lo conseguido con sus artes amatorias le espera a que salga de la cárcel.
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