Sevilla
Cuatro millones
De nuevo el dato del paro nos estrella con la cruda realidad, justo en estos días en los que el discurso gubernamental anunciaba luz al final del túnel. Desgraciadamente lo que vemos es que el túnel es más largo y, de momento, carece de final discernible. No voy a insistir en que Zapatero y sus gobiernos nos han llevado a esta situación después de anunciar el pleno empleo y la Champion League. Con el 17, 3 por ciento de desempleo, la tasa más alta desde el 98, estamos en la segunda B de las ligas europeas, en el último puesto de la clasificación. La situación es grave, pero eso no nos puede llevar al catastrofismo. Lo decía Aznar en Italia: «Ni esta crisis representa el final de la economía del libre mercado ni tampoco estamos al comienzo de una gran depresión». Bueno es que se diga, pues con datos como los de ayer es lógico que se disparen las proyecciones negativas. La situación es grave pero se puede salir de la UVI. Aunque para lograrlo no deberíamos seguir improvisando con parches que sólo sirven para eliminar parados un mes y crearlos al siguiente. Lo ha explicado en Cádiz Rodrigo Rato: «Los paquetes de estímulo aprobados por los gobiernos no son gratis. Los planes de gasto público generan en el futuro menos servicios sociales y/o más impuestos». Debemos reconocer que Aznar y Rato saben de qué hablan porque ambos lideraron la recuperación de la economía española en el 96, tras cogerla en una situación de avanzada enfermedad: déficit disparado, gasto público desbocado, impuestos por las nubes, deuda incontenible, tipos de interés imposibles, paro del 22 por ciento y crisis en la construcción, en la industria, en los servicios y unas administraciones públicas que no pagaban. En diciembre del 96 hubo que pedir un crédito extraordinario para poder liquidar las pensiones del año, pues el sistema se encontraba al borde del colapso.Todo lo anterior suena a música de trombones apocalípticos, pero es la verdad. Lo tenemos tan cercano que lo recordamos perfectamente los que tuvimos ocasión de vivirlo. Por eso ahora nos suenan tanto las canciones zapateras de «está garantizado el gasto social», «no se pueden bajar los impuestos», «las pensiones no están en peligro», «no hay problema con la seguridad social». Cuando esto se dice es porque se quiere evitar un debate que desgraciadamente es real. Lo ha reconocido el gobernador-Mafo del Banco de España y también los ex ministros socialistas Sevilla y Solchaga. No por no hablar de las pensiones vamos a dejar de tener problemas con las pensiones si continuamos con el nivel actual de gasto público y desempleo. Ingresaremos menos por impuestos, salvo que los suban, y habrá menos liquidez para subsidios, pensiones, ayudas, subvenciones y auxilios millonarios. Con el actual envejecimiento de la población laboral no es posible mantener el Estado del bienestar. España no puede seguir enviando diariamente a siete mil personas al INEM. Lo dice Aznar y lo sostiene cualquier persona con sentido común que sabe que de la actual situación de recesión no se sale gastando más, derrochando más, trabajando menos y repartiendo subsidios. Se impone lo contrario: austeridad, ayudas fiscales a las empresas y a los particulares, más facilidad para contratar y más libertad en general.Los cánticos al Estado salvador y las autonomías repartidoras no sirven en este escenario para mucho. Sólo para agravar la crisis. Que es lo que están haciendo.
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