Artistas

Cuidado: risa contagiosa

Cuidado: risa contagiosa
Cuidado: risa contagiosalarazon

Seguro que no la han visto, pero la primera película que rodó Mariam Hernández se titulaba «Chapuzas a domicilio» y, dirigida por Carlos Hernández, su padre para más señas, contó con un reparto estelar: Sara, Bombi, Yoli, Yurena y otras chicas del montón que apenas levantaban un palmo del suelo. Aquel vídeo casero en el que Mariam se empeñaba en decir «corten» por más que su padre no tuviera intención de soltar el dedo del «play» fue su temprano debut... y el aviso de que aquello no había hecho más que empezar. Años después, Mariam dejó Fuerteventura para estudiar Comunicación Audiovisual en Madrid, pero el gusanillo de la interpretación seguía tan guerrero que un anuncio colocado estratégicamente en una estación de Metro acabó de convencerla. «Mamá, quiero ser artista», soltó en casa de repente y sin tiempo para la réplica. Podríamos hablar ahora de lo que ocurrió después, de los trabajos ocasionales lo mismo de camarera que como figurante con frase en series de éxito, de su paso por la escuela de Cristina Rota o de sus madrugones en busca del «casting» definitivo. Pero no, mejor hagamos elipsis hasta su genial aparición en un cortometraje que muchos internautas conocerán de sobra: «Tía, no te saltes el eje». Poco más de dos minutos de metraje fueron suficientes para convertir esta historia en una obra maestra del cine «underground», con casi 90.000 visitas hasta ayer mismo en Youtube. Esto, para que se sitúen, ocurría en 2007, meses antes de que su papel de cajera en una serie de televisión nos llevara hasta ella por primera vez. Aquel día, unas cañas en el corazón de Malasaña y unas fotografías haciendo el ganso entre los columpios confirmaron nuestras sospechas: el talento de Mariam daría que hablar, y mucho. Casi tanto como lo que habla ella, que apenas da tregua al boli en pleno ataque de risa, en medio de su descacharrante conversación, ésa por la que dan ganas de llamar a Almodóvar para que vea lo que se está perdiendo. Casi un año después, quedamos con ella de nuevo en un bar del centro de Madrid, el mismo donde a veces aprovecha los ratos libres para estudiar los guiones de su nuevo papel. Interpreta a Paloma en «Cuestión de sexo» (Cuatro), una mujer obsesionada con el amor y tan patosa con los hombres como decidida a no perder el tren caiga quien caiga. Una suerte de Bridget Jones a la española pero sin faja, cosa esta última que, como bien saben, siempre es un «handicap» a la hora de agilizar romances. Charlamos también de cine y teatro, de un futuro sobre las tablas que ojalá llegue pronto porque, dice, todavía tiene mucho que demostrar. Y puede que Mariam tenga razón, pero lo cierto es que acaba de aterrizar en esto y ya se come la pantalla con patatas, o mejor dicho, con papas y mojo picón. Casi como aquella niña que, hace unos cuantos años, le insistía a su director favorito que no cortara, que siguiera grabando porque tenía arte para rato.