Protección social
Debe cambiarse la política para frenar la violencia de género
Los datos que presentó ayer el Gobierno sobre la violencia de género en 2008 no son positivas. Setenta mujeres fallecieron a manos de sus parejas, una menos que en 2007. Pero quizá el dato más llamativo es que el 30% de los homicidas tenía antecedentes por violencia de género. Este porcentaje sugiere dos lecturas: la primera, que pese a la existencia de antecedentes claros, no se pusieron los medios preventivos necesarios para evitar que el agresor culminara sus maltratos con la muerte de la víctima. Y segunda, que los otros dos tercios de los asesinos nunca fueron denunciados pese a que no se trataba de la primera agresión. En el lado positivo, se comprueba que cada vez son más las maltratadas que deciden romper su silencio y acudir a la Justicia. En los nueve primeros meses se produjeron 108.261 denuncias, un 15,9% más que el año anterior. Con estas cifras sobre la mesa, la conclusión no es muy alentadora: tras cuatro años de Ley Integral contra la Violencia de Género, los avances son inexistentes. No cabía esperar una reducción drástica, pero sí significativa. Y si la ley no es eficaz, lo sensato es reformarla. Cambiar conductas que se enraízan en un complejo sustrato cultural y social no es sencillo, pero sin destinar más medios humanos y materiales será difícil frenar una lacra que exige menos retórica ideológica y más determinación.
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