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Decenas de muertos en dos atentados con coche bomba en Argel

Las dos bombas explosionaron con un intervalo de apenas diez minutos, la primera al paso de un autobús escolar cerca de la sede del Tribunal Supremo y la otra frente a la fachada de varias agencias de Naciones Unidas, entre ellas el Alto Comisionado de Naciones Unidas para los Refugiados (ACNUR) y el Programa de Naciones Unidas para el Desarrollo (PNUD).
Una portavoz de ACNUR, Marie Heuze, ha informado de la muerte de uno de sus empleados y de la desaparición de otros 12 integrantes de diversos organismos de la ONU. En caso de que hayan fallecido, añadió, sería el atentado más sangriento contra Naciones Unidas desde el cometido en 2003 en Bagdad, que causó la muerte del enviado especial Sergio Vieira de Mello y de otras 21 personas. 
«Estamos buscando a la gente entre los escombros», declaró el portavoz del Programa de Desarrollo de la ONU (PNUD), Jean Fabre, tras hablar con el máximo responsable de la agencia en la capital argelina, Marc Destanne De Bernis.
La oficina comercial española se encuentra próxima al lugar del segundo atentado y ha sufrido daños materiales pero según el Ministerio de Asuntos Exteriores, no tiene constancia de ninguna víctima española. 
Testigos presenciales del estallido del primer coche-bomba afirmaron que hizo explosión al paso de un autobús de estudiantes.
El ministro de Interior, Yazid Zerhouni, temió que la cifra aumente porque hay personas bajo los escombros, según afirmó a la televisión estatal.
Una empleada de la ONU que se vio afectada por los atentados dijo a la BBC que parte del edificio quedó destruido y que se teme que haya personas atrapadas entre los escombros. Explicó, además, que vio a varios heridos.
Decenas de empleados municipales han sido movilizados por las autoridades para participar en el rescate de las víctimas atrapadas en los escombros del Consejo Constitucional.
El brazo armado de Al Qaeda en el Magreb reivindicó hoy en un comunicado colgado en una página web la autoría de los atentados perpetrados hoy en la capital argelina, Argel, llevados a cabo por dos terroristas suicidas.
En el comunicado, indican que dos «mártires» de Al Qaeda en el Magreb condujeron sendos coches cargados con 800 kilogramos de explosivos cada uno «para atacar la sede central de la guarida internacional de los infieles» y del Tribunal Constitucional argelino.
«Esta es otra conquista exitosa ... llevada a cabo por los Caballeros de la Fe con su sangre, en defensa de la nación herida del Islam», añade el comunicado.
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A lo largo de 2007 se han registrado numerosos atentados en distintos puntos del país, en los que han muerto decenas de personas, pero este es sin duda el más grave. En septiembre murieron 37 personas en Dellys, dos días después de que un suicida atentara contra un convoy en el que viajaba el presidente Abdelaziz Bouteflika, en el que el mandatario salió ileso pero perdieron la vida 22 personas.
En la mayoría de los casos, el ala de al-Qaeda en el norte de Africa -un grupo que se autodenomina al-Qaeda en el Magreb Islámico- ha reclamado la autoría. Esta organización radical es el antiguo Grupo Salafista de Predicación y Combate (GSPC), que cambió su nombre cuando unió fuerzas con el grupo liderado por Osama bin Laden.
El grupo asegura que forma parte de una vasta red que cubre toda la región, aunque su fuerza y sus actividades se restringen mayoritariamente a tierra argelina. Los atentados tienen lugar tras un discurso del lugarteniente de Al Qaeda,Ayman al-Zawahiri, en el que la red terrorista amenazó a Francia, España y Argelia. El presidente del Gobierno, Jose Luis Rodríguez Zapatero, envió un telegrama al presidente de Argelia, Abdelaziz Buteflika, para transmitirle su pésame por las víctimas y su «condena y repulsa más rotunda». Por su parte, el ministro de Exteriores, Miguel Angel Moratinos, habló por teléfono con su homólogo argelino, Mourad Medelci, para transmitirle también su solidaridad y su pésame.
El presidente de Francia, Nicolas Sarkozy, es otro de los líderes que ofreció su apoyo a su contraparte argelina y describió los atentados como «una nueva forma de barbarie».