Japón
Dinero barato
Los tipos de interés bajos promovidos por Greenspan fueron para muchos economistas el origen de la crisis. Como el dinero tenía un precio real inferior a la inflación era más barato vivir endeudado que arriesgar el capital propio. Se cometieron muchos excesos y el dinero despareció como por arte de magia. Los magos del sistema se dieron cuenta de que la economía estaba sustentada en un dinero ficticio. Todo el mundo debía a todo el mundo, y cuando se pidieron garantías éstas estaban esfumadas y convertidas en activos tóxicos. ¿Bajar ahora los tipos es la solución? En este momento nadie se queja del precio del dinero, podría ponerse incluso a cero, como ha ocurrido en Japón, y seguir la economía tan fría como un témpano. La ciudadanía –como dice Zapatero– no sabe qué es el dinero al 1 por 100 porque los bancos se lo prestan con un sobreprecio altísimo, producto de la desconfianza. Tampoco Trichet nos va a sacar del hoyo con medidas monetaristas. El riesgo actual, al menos para España, no es la inflación, sino el fantasma de la deflación que sólo admite un golpe de timón con medidas estructurales que modifiquen un sistema productivo obsoleto que se ha convertido en una fábrica de parados. La noticia quizá sea buena para la Banca y la Bolsa, pero tiene su cruz en el ahorro que ve reducida aún más su remuneración.
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