Aborto

El aborto dispara el riesgo de trastorno mental en la mujer

El aborto dispara el riesgo de trastorno mental en la mujer
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madrid- El aborto conlleva un precio en la salud psíquica de la madre, tal y como demuestran varios estudios científicos sobre las consecuencias de la interrupción voluntaria del embarazo en la mujer. Como explica Natalia López Moratalla, catedrática de Bioquímica y Biología Molecular de la Universidad de Navarra, «se han definido hasta 15 síntomas psíquicos diferentes en las mujeres que han sufrido un aborto». Al igual que ocurre con la pérdida de un ser querido, la interrupción del embarazo provoca un duelo en la madre, «cuyo cerebro empieza a crear desde el primer día de embarazo un vínculo de apego con el futuro hijo que se ve truncado de golpe», explica. Este duelo puede llegar a provocar un cuadro psiquiátrico que se denomina trastorno por estrés postraumático y que es el mismo que sufren personas que han sobrevivido a una guerra, atentado o accidente. Un estudio neozelandés publicado en el «Journal of Child Psychology and Psychiatry» demostró que el daño psíquico es aún mayor en mujeres jóvenes -analizó al grupo de entre 15 y 25 años-. Depresión, ansiedad, conductas suicidas y abuso de sustancias tóxicas son algunas de las secuelas que puede dejar la interrupción del embarazo. Con independencia de los remordimientos que pueda tener cada persona, las lesiones que produce la rotura del vínculo afectivo materno filial en el cerebro son contrastables con técnicas de imagen. Físicamente, el daño se manifiesta con una disminución de la zona del hipocampo -la parte del cerebro relacionada con las relaciones de afecto-. Otro de los síntomas descritos en mujeres que han parado su gestación voluntariamente es lo que se llama «aborto de repetición». «Es un trastorno obsesivo que lleva a la mujer a la necesidad de repetir la experiencia», explica López Moratalla. Frente a toda esta evidencia, no hay «ningún dato de que el embarazo produzca algún trastorno mental. No afecta negativamente al cerebro para nada, al contrario, reduce el estrés y aumenta la liberación de la oxitocina, una hormona que confiere tranquilidad y serenidad», dice la experta. Para la catedrática de la Universidad de Navarra resulta «increíble que se vaya a consentir crear una tara así en el cerebro de una mujer, sobre todo de las menores. Es una daño muy fuerte a la mujer que parece imposible que salga de un Ministerio de Igualdad». Pero quizá la conclusión más llamativa que deja un repaso a la literatura científica sobre el tema la arroja un estudio finés -Finlandia dispone de una ley de plazos para abortar- donde se analizó el historial médico del año anterior a la muerte de más de 9.000 mujeres en edad reproductiva que murieron entre 1987 y 1994. Tras realizar los ajustes estadísticos pertinentes observaron que el riesgo de fallecer por cualquier causa en el año posterior a haber abortado era cuatro veces mayor que el de las mujeres que habían llevado su embarazo a término. Además, al observar específicamente los casos en los que la mujer había decidido voluntariamente terminar con su vida, el riesgo de morir era siete veces mayor en las mujeres que habían abortado que en las que tuvieron al niño. El mayor riesgo de tener esta ideación suicida se daba en las mujeres menores de 30 años y, precisamente, entre los siete y los diez meses posteriores al aborto, coincidiendo con la fecha en la que se debería haber dado a luz.