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El aborto hace 19 siglos

La Razón
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El siglo pasado, el Nobel de Literatura T. S. Eliot, tras su conversión y al comprobar lo que estaba sucediendo en su país, Inglaterra,escribió: «El mundo está intentando el experimento de tratar de formar una mentalidad civilizada, pero no cristiana. El experimento fracasará, pero debemos ser muy pacientes, esperando ese fracaso. Mientras tanto, redimamos el tiempo de manera que la fe pueda preservarse viva, a través de los oscuros tiempos que nos esperan: renovar y reconstruir una civilización y salvar al mundo del suicidio». He recordado esta frase al hilo de la aprobación de la nueva ley del aborto y de la decisión del Gobierno de quela píldora abortiva se pueda vender sin receta.

Pero también me han hecho pensar en ella las palabras de un fiscal del Tribunal Supremo que advierte que cada día se están creando 500 páginas nuevas de pornografía infantil. El experimento del «mundo sin Dios» hace aguas por todos los sitios y la economía no es más que uno de los aspectos visibles de la crisis.

Si, a pesar de que todo el mundo sabe que la pornografía infantil es un delito muy perseguido, se crean 500 páginas nuevas diariamente, eso significa que hay una enorme cantidad de consumidores de ese «producto» que lo necesitan tanto que se atreven a correr el riesgo de ser descubiertos y castigados. ¿Y por qué sucede eso? Porque el ambiente moral que se respira es de permisivismo absoluto y Gobiernos como el nuestro están decididos a promoverlo a toda costa. Ese permisivismo genera no sólo embarazos no deseados –y, por lo tanto, abortos– sino también violaciones, pedofilia y todo tipo de abusos.

Eliot decía que el experimento iba a fracasar. Ya ha fracasado, aunque muchos sigan sin darse cuenta. Hasta que todos lo vean, seguirán produciéndose leyes permisivas que promuevan el suicidio colectivo.

Y, mientras tanto, debemos buscar un refugio en el que salvemos nuestra fe y la de los nuestros.