Artistas
El bote salvavidas
Alguien escribió hace años en la puerta del retrete del Savoy un diálogo en el que una pareja se planteaba la posibilidad de un futuro juntos: «Te querré siempre, Johnny», decía ella; «¿De cuánto dinero estamos hablando, nena?», preguntaba él. Días más tarde, en esa misma línea alguien añadió en aquella puerta la conversación entre un hombre y una mujer que supuestamente acababan de conocerse: «Quiero saber cosas de ti. Háblame de tu pasado, de tus padres, de los días de inocencia y escuela... Háblame de tus sueños, nena». «Yo también me muero por saber cosas de ti. Háblame de tu coche, Joe». Al enterarse de aquellas anotaciones, la corista Terry Shelton le quitó importancia: «Todo es relativo. El dinero es una cualidad tan respetable como la belleza y a menudo suele ser también más duradero. Cuando me siento segura puedo enamorarme de cualquier hombre. Pero si te has embarcado, sobreviene la tormenta y se presiente el naufragio, en ese caso, cielo, créeme, en ese caso lo inteligente es liarte con el tipo que decide quiénes se suben al bote salvavidas». Supongo que en otras circunstancias su comentario habría sido más romántico. Dice Terry que las chicas como ella son más dignas y más desinteresadas cuando tienen cubiertas sus necesidades. No hay que ser corista del Savoy para entenderlo. Todos somos más objetivos y más lúcidos al hablar del hambre después de haber cenado. Para mi desgracia, el dinero jamás ha sido mi mejor cualidad. Fue una suerte conocer a Lorraine Webster. Ella manejaba sin tope la liquidez de un gangster muy acaudalado y yo fui su capricho y su becario. Nuestra ruptura me supuso una cierta amargura de la que me repuse fingiendo que aquel revés me habría servido al menos para recobrar la dignidad. Ignoro lo que aquel fracaso supuso para ella, pero siempre tuve la sensación de que, por más que en el fondo me hubiese amado, al final comprendió que yo para ella sólo había sido un bache en su contabilidad. A veces me desmorono y pienso que, de todos los gestos elegantes de los que es capaz un hombre, a ellas el que más las conmueve es el elegante gesto de pagar.
✕
Accede a tu cuenta para comentar