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La Coruña

El búnker de Cristiano

La Razón
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Acabo de enterarme de que Cristiano Ronaldo va a ser vecino mío, aunque no sé si me lo llegaré a encontrar comprando el pan o echándole un tiento a las estupendas tapas del bar Miguel Ángel de Húmera, y él que se lo pierde. El torpedo con botas en su versión civil se ha tomado a pies juntillas eso de que en España todo el mundo tiene derecho a una vivienda digna y se ha agenciado una mansión de alto blindaje, de precio estratosférico, baños del tamaño de canchas de entrenamiento y salones de cientos de bailes al cuadrado. Con esto se acaba uno de los más disputados campeonatos de este verano, que era el que mantenían las compañías inmobiliarias por llevarse el ariete al agua y ponerle un techo a su crestilla, buscándole un hogar a su medida desmesurada y hacer el agosto con la suculenta tajada .El crack, al que ya le han puesto un apodo como una marca: CR9, que suena a nombre de robot (mirándolo bien, sí que tiene un cierto aire a androide de serie televisiva), se va de este modo a vivir a las cercanas afueras cumpliendo –dicen– los deseos de Florentino Pérez de alejarlo de las tentaciones de la parranda, disolución y sicalipsis de esa Babilonia vértice de todos los vicios y pecados que es el Foro. A pesar de que alguna de las más afamadas discotecas favoritas de los futbolistas haya estado en la carretera de La Coruña, a un tiro de piedra del nuevo lecho del Fenómeno, y no haya distancias para un deportivo fardón en locales con aparca coches entrenado y discreto. No importa, Cristiano va a ser buen chico, palabrita, y seguro que se va a mantener a salvo de la noche que confunde, de la trágala y la vorágine de placeres y abismos, extravíos voluptuosos y horas perdidas bajo la música de los relojes blandos. Esperando que los goles sean amores y no los roces con maturrangas neumáticas y caza peloteros complacientes que acechan en las tinieblas agazapadas tras un cubata.Sobriedad maximalistaLa verdad es que el astro con esos salones del tamaño de campos de fútbol de que va a disponer tendrá más que de sobra para poder hacer sus correrías en casa. Con sitio como para dar cabida a varias fiestas simultáneas. Una choza con el estilo de sobriedad maximalista de Joaquín Torres, enormes espacios rodeados de hormigón y acero, ideal para nuevos ricachones, que más que un hogar con encanto parece un búnker en toda regla, una fortaleza por cuyos ventanales y rendijas podrían aparecer cañones, que todo es poco para proteger la intimidad del figura, aunque nos conformamos con que aparezca el tendedero con sus camisetas a precio de oro, como pacíficas banderas blancas.