Estados Unidos

El día que el hombre pisó la Luna

La Razón
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Este lunes, 20 de julio, se conmemora el cuarenta aniversario de la llegada del hombre a la Luna. Aquel «gran paso para la Humanidad» que protagonizaron Neil Armstrong, Buzz Aldrin y Michael Collins en 1969 constituye, todavía hoy, una de las imágenes más representativas e imborrables de la modernidad. No en vano, los más de 600 millones de personas que siguieron por televisión la conquista espacial fueron testigos de la capacidad del ser humano para superar, a través del desarrollo científico y tecnológico, la barrera tras la que se escondía uno de los mayores hitos en la historia del conocimiento. Fue el presidente John F. Kennedy quien en 1961 prometió a sus compatriotas que Estados Unidos sería el primer país en posarse sobre la Luna y que lo haría antes de que finalizara aquella década. Alcanzar la superficie lunar se había convertido en una de las grandes obsesiones de los dos bloques enfrentados durante la Guerra Fría, y el éxito póstumo de Kennedy sirvió para que Estados Unidos se desquitara de las humillaciones que le había infligido la Unión Soviética desde que, en 1957, ésta se anotara el tanto de lanzar al espacio el «Sputnik I» y, poco después, el de convertir a Yuri Gagarin en el primer cosmonauta del mundo. Después de la de 1969, la NASA realizó otras seis misiones adicionales que permitieron avanzar en las investigaciones en torno al satélite terrestre. Sin embargo, el alto coste de los proyectos trasladó el enfrentamiento entre ambas potencias a otros planos, y Estados Unidos decidió en 1972 poner fin a su programa de viajes tripulados. Por este motivo, a las celebraciones en recuerdo del cuarenta aniversario de aquel episodio histórico les acompaña, irremediablemente, el sabor amargo y la decepción por no haber regresado a la Luna en los últimos 37 años. Con el propósito de poner fin a este largo periodo de ausencia del hombre en la órbita lunar, la NASA ha desarrollado en la última década ambiciosos proyectos, como el reciente envío de dos sondas encargadas de buscar agua sobre la superficie del satélite y de fijar el emplazamiento más adecuado para el alunizaje de futuras misiones. Sin embargo, la crisis económica y los recelos que, en el seno de la NASA, provocó la promesa electoral del presidente de Estados Unidos, Barack Obama, de recortar el presupuesto para la investigación espacial en beneficio de la educación y la sanidad, han hecho crecer la incertidumbre en torno a un hipotético regreso a la Luna. A pesar de ello, es previsible que Obama defina, en los próximos meses, cuáles son sus prioridades al respecto. La clara apuesta por la ciencia que siempre ha abanderado como forma de asegurar «la prosperidad, la seguridad y la calidad de vida del planeta» ha de ser extensible a los importantes retos que la NASA deberá resolver en la nueva era de la exploración espacial que se avecina.La sustitución de los transbordadores a partir de 2010 por el programa «Constellation», la decisión de alargar o no la vida de la Estación Espacial hasta 2020, la aprobación de una financiación que esté en consonancia con la ambición de los proyectos y que evite trágicos accidentes como el del «Columbia» en 2003, y, sobre todo, la planificación del ansiado regreso a la Luna, como primera fase de la conquista de Marte, son algunos de estos retos. No cabe duda de que, bajo el liderazgo de EEUU, pero con los cada vez más ambiciosos proyectos de Europa y de China sobre la mesa, el hombre podrá volver a recorrer los 384.400 kilómetros que nos separan de la Luna y, desde allí, lanzarse a la conquista del espacio.