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«El Escorial nace en Europa»

«El Escorial nace en Europa»
«El Escorial nace en Europa»larazon

Henry Kamen es un historiador minucioso. Un hombre puntilloso con su profesión que desconfía de los dichos populares y los relatos sin confirmar. En su nuevo estudio, «El enigma del Escorial» (Espasa), repasa la «biografía» de este viejo monumento de sillares de piedras y de fama mal vendida. «Es uno de los tópicos: que encarna el espíritu español. Las ideas del Escorial son europeas. Nació en el extranjero. Está basado en la abadía de Ettal, Baviera, y un hospital de Milán; lo decoran, prácticamente en su totalidad, artistas italianos, y los jardines están trabajados por holandeses. Es una creación extranjera plantada en medio de Castilla». Una imagen nuevaEl hispanista analiza la figura de Felipe II y cómo este edificio ensombreció la figura de un monarca que él aparta de esa imagen sedentaria, oscura y taciturna que ha dejado en la historia. «Ha afectado y ha influido excesivamente en el monarca, y, la verdad, ya es muy difícil corregir eso. Pero, a Felipe II se le identifica con ese edificio. Y, lo extraño, es que vivió más tiempo en Madrid y en Aranjuez que en el monasterio». Kamen reivindica un rey viajero, preocupado, más cercano al pueblo que sus coetáneos europeos: «Era humano. Tenía sus virtudes y defectos. No sé cuándo nació esa imagen, en el siglo XIX, supongo. Fue uno de los más viajeros de toda Europa, mucho más que los Borbón. Había visto casi todos sus rincones. Y de hecho, estuvo en batallas. Él fue el último monarca guerrero de España», comenta.Kamen explica las dos razones que impulsaron la construcción del Escorial: «Dar gracias por la victoria de San Quintín en los Países Bajos y buscar una tumba para él y su padre, y consolidar un lugar para reunir todos los cuerpos de su dinastía. Siempre estuvo pensado como un monasterio y no como un palacio». El historiador es inflexible con las opiniones extendidas en la actualidad. «No hay ningún enigma en este edificio; el enigma es la ignorancia. Cuando se cotejan las fuentes, los enigmas desaparecen. Se mira como una reafirmación del poder y el carácter de un rey, pero no hay elementos arquitectónicos de poder en su interior. Es un edificio de paz, no de guerra. No existe orgullo en sus paredes y tampoco las supersticiones que algunos han leído». ¿Pero cuál es la impresión que el monasterio causa hoy en día en el historiador? «Es un edificio que impacta tanto en la mirada que apenas puedes respirar. Uno se encuentra perdido en esa enormidad que se extiende y que te domina, y apenas sabes qué decir. Hoy, incluso, todavía siento que te aplasta la conciencia».