El legado Zapatero

De dónde esperan sacar Chaves, Barrena, Vara, Areces, Touriño el dinero para pagar los servicios asistenciales de sus autonomías –deficitarias todas ellas– cuando las más ricas se independicen o semi independicen, con su ayuda? Pues si piensan que Cataluña va a seguir ayudándoles están pero que muy equivocados. Ahí tienen a los vascos, que no dan un duro a las arcas comunes. Si algo caracteriza al nacionalismo es la insolidaridad. A la postre, quien tendrá que ayudar a andaluces, manchegos, extremeños, asturianos y gallegos serán los madrileños, valencianos y otros españoles que votan al PP. Así de irracional, sucia y cobarde anda la política española. De cuantas alianzas podían hacer los socialistas, la más insólita y perversa es la que han hecho con los nacionalistas. El nacionalismo, insolidario, reaccionario, racista, es justo lo contrario de cuanto ha venido representando el socialismo hasta Zapatero: un movimiento altruista, en busca de una sociedad mejor y más justa para todos los seres humanos, sin distinción de raza, credo, filiación o procedencia. Mientras el nacionalismo se opone a la redistribución del poder y de la riqueza, alegando unos legendarios derechos históricos, que no tienen cabida en una sociedad democrática moderna. ¿Cómo es posible que los socialistas españoles no se den cuenta de ello? ¿Cómo no advierten que los españoles más pobres serán los más perjudicados de cumplirse los planes de sus socios actuales? ¿Cómo pueden haber olvidado que el estado más social es aquel que no deja escapar a los más ricos, sino que les obliga a compartir su riqueza con los más pobres? Es posible que lo hagan sencillamente por conservar el poder. En ese caso, habrán traicionado al socialismo. Aunque es posible también que lo hagan por fanatismo ideológico, por anteponer la derrota del PP a cualquier otra consideración. En ese caso, habrán traicionado a España. O por las dos cosas al mismo tiempo. El legado Zapatero. Nuestra generación puede ser la que vea desaparecer el socialismo y España. Nada para sentirse orgulloso.