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El ministro pescador

¿Sacudirle un tiro a un jabalí es un crimen, pero clavar a un pez con un anzuelo de acero no?

El ministro pescador
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El nuevo ministro de Justicia ¡pesca! Escándalo. Caamaño es un «asesino» de lubinas y besugos. Y Zapatero lo es de truchas. Como buen leonés, era aficionado a la pesca con «mosca»en la que sus paisanos son maestros. Ambos siguen la estela de Felipe González y de Rodríguez Ybarra, que presumían de sus artes piscícolas, aunque el primero ocultaba celosamente que algún «tirito» sí pegaba también por Quintos de Mora. ¿Pero cómo es que nadie se lleva las manos a la cabeza e incluso se alardea del delito? Pues porque pescar está todavía, que todo lo andará el talibanismo ecológico y el animalismo disneyano, muy bien visto, es hasta ecologista, mientras que la caza está demonizada. Aunque insisto en no desviar el disparo: lo de Bermejo no ha sido por cazar, sino por la reunión furtiva con Garzón y cazar, además, de furtivo y sin licencia.Pero a lo que vamos. O sea, que sacudirle un tiro a un jabalí es un crimen, pero clavar a un pez con un anzuelo de acero, extenuarlo al pobre bicho, sacarlo de su elemento y dejarlo asfixiarse lentamente (los buenos pescadores les dan muerte rápidamente con un golpe) tiene bula de la ñoñería políticamente correcta. Más cruel parece incluso que la bala.Lubinas, besugos, truchas, arenques y todo un sinfín de congéneres de mares y ríos no estarían en absoluto de acuerdo. ¿Por qué no se elevan las compungidas voces que acusan de matar por diversión y de depredar por placer? ¿Por qué hemos de colegir que una perdiz tiene más «derechos animales» que un pulpo o un conejo o una liebre que un langostino o una nécora, que también son criaturas «inocentes», hijos todos de la madre Naturaleza?