América

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El mosquito de Carod

La Razón
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El fin de semana pasado, tomando algo en una terracita de Sant Cugat, el moño de Carod Rovira salió a relucir para dar lugar a una discusión política entre cuatro amigos. Éramos dos los que pensábamos que a Carod le hace falta un buen cambio de «look», mientras que el resto defendía la postura del vicepresidente de la Generalitat. A medida que avanzaba la tarde, nuestro frente se fue debilitando. No por los argumentos contrarios, sino por el fuego a discreción de un pequeño ejército de mosquitos tigre que nos marcó con una diana. Curiosamente, sólo a los que no compartimos el pensamiento «carodista». Tal vez Carod Rovira, en su afán de lucha por sus objetivos, decidió crear un ejército tan eficaz como sus declaraciones, para hacer frente a aquellos a los que desprecia. Provinente del sureste asiático, se trajo al mosquito tigre. Tras largas negociaciones en Perpiñán (punto neutral entre Carod y mosquito tigre), acordaron que cada insecto tendría protección («personal security»), cobijo (casa con jardín y piscina, para asegurar su supervivencia), libertad de movimientos (coche de empresa) y un sueldo para vivir alegremente. El resultado de esa tarde en Sant Cugat fue de cinco picadas a cero, recibiendo yo dos de las picadas. La otra víctima, supongo, recibió más porque estaba siendo más enérgica en la discusión. Qué molesta es la picada de este mosquito¿