Barcelona

El Nadal consagra a Casavella

Francisco Casavella ha logrado el Nadal con una novela tragicómica en la que reflexiona sobre la memoria.

La Razón
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La primera velada literaria del año, el fallo y entrega del Premio Nadal, consagró anoche al autor Francisco Casavella. El barcelonés, nacido en 1963, ha logrado la 64 edición de uno de los premios que goza de mayor prestigio en nuestro país con una novela que supone un nuevo paso en una carrera literaria que comenzó cambiándose el nombre porque el suyo real podría confundirse con el desaparecido Juan García Hortelano, con el que no tiene relación familiar.
El ministro de Cultura, César Antonio Molina, no quiso perderse la gala. Fue recibido por el presidente del Grupo Planeta, José Manuel Lara. También acudió la ministra de Vivienda, Carme Chacón, y el presidente de la Generalitat, José Montilla, aunque los escritores ganaron a los políticos en esta velada que se hizo en el Palace, como cada año, aunque sin clientes porque está cerrado por reformas.
«Lo que sé de los vampiros», según su autor, incide en tres aspectos: «La identidad, los límites de la libertad y cómo soportamos el peso de la historia». Para este propósito, más que retratar la realidad, prefirió viajar «al llamado Siglo de las Luces».

La expulsión de los jesuitas

El protagonista es el joven Martín de Viloalle, que acompaña a los jesuitas expulsados de España el 2 de abril de 1767 en cumplimiento del decreto firmado por Carlos III varias semanas antes. Esta circunstancia le llevará a conocer los países más cercanos en un tiempo de plena ebullición. Su viaje primero a Roma, después a los Estados alemanes, de ahí al reino de Dinamarca, y, finalmente, al París de la Revolución, sirven al autor para hacer un friso de la Europa de una época en que se estaba gestando una nueva forma de entender el mundo. El protagonista se mueve como miembro de una sociedad marginal itinerante, filosófica y estafadora, que se dedica a viajar de corte en corte para entretener a la aristocracia y a todo aquel que se cruce en su camino. Los integrantes de dicha sociedad son personajes ilustrados y aventureros que llevan una máscara permanente y es a través de sus vivencias cuando el autor nos descubre el nacimiento de la modernidad, a la que es necesario mirar para entender las claves del mundo actual. Es así como Casavella nos propone una reflexión sobre el momento en el que el hombre empieza a entender la condición de máscara y el papel que juegan las apariencias en nuestras vidas.
El jurado, formado por Felipe Benítez Reyes, Germán Gullón, Lorenzo Silva, Antonio Soler, Andrés Trapiello, Antonio Vilanova y el editor Emili Rosales, ensalzó la ambición de esta novela tragicómica. El humor y las ideas juegan un papel esencial en unas páginas repletas de aventuras servidas por personajes tan dispares como los escenarios por lo que se mueve el protagonista de esta historia donde no faltan tampoco las reflexiones, el amor y el sexo. El autor de esta obra escrita en tercera persona considera que «la literatura es una forma de interpretar la vida, una forma de conocimiento que te va enseñando cuáles son tus limitaciones».
El título es una metáfora de cómo pervive la memoria, a la que Casavella ha dedicado buena parte de su producción, aunque ahora amplía su escena literaria. Su anterior obra, la trilogía «El día de Watusi» –formada por «Los juegos feroces», «Viento y joyas» y «El idioma imposible»– fue un vasto friso de la Transición en el que el escritor estuvo trabajando cinco años. Ahora ha dejado de lado a banqueros y políticos en favor de unos aventureros ilustrados. Casavella se aleja de la Barcelona con la que inauguró su carrera con la publicación de «El triunfo», Premio Tigre Juan en 1991. También es autor de «Un español se suicida en Las Vegas», historia que Antonio Chavarrías llevó al cine en «Volverás», y «El secreto de las fiestas». Como guionista, ha escrito la primera película de Manuel Huerga, «Antártida».

En primera persona

Quedó finalista del 64 Premio Nadal Eva Díaz con «El club de la memoria». La autora, nacida en Sevilla en 1971, es periodista y ha escrito una historia que parte de un diario que encuentra una joven investigadora de la Filmoteca Nacional. Pertenece a uno de los miembro de los jóvenes escritores y artistas que participaban en las «Misiones pedagógicas» que llevaban la cultura y las artes a las zonas rurales durante la República. En primera persona, Eva Díaz reflexiona sobre «el exilio, la amistad y la memoria como salvación». La autora ha querido centrarse en «la estremecedora tragedia de los exiliados, cuya última salvación es el rescate a través de la memoria», según indicó anoche al recibir el galardón la escritora sevillana, que hasta la fecha tenía publicadas dos novelas: «Memoria de cenizas» (2005) e «Hijos del mediodía» (2006).