Feria de Bilbao

El Payo remonta el desastre

LAS VENTAS (MADRID)14º de la Feria de San Isidro. Se lidiaron toros de la ganadería de Peñajara, inválidos y deslucidos; Salieron como sobreros, uno, 1º, de Torres Gallego, otro, 3º, de María Cascón, y en 6º lugar uno de Pío Tabernero. Lleno en los tendidos.- Miguel Abellán, de grana y oro, pinchazo, bajonazo (silencio); estocada (silencio).- Serafín Marín, de rosa y oro, pinchazo, bajonazo, aviso, cuatro descabellos (silencio); estocada (silencio).- Octavio García «El Payo», que confirma alternativa, de azul y oro, dos pinchazos, estocada, aviso (silencio); estocada (vuelta).

El Payo remonta el desastre
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Madrid- Justo en ese instante en el que iba a saltar al ruedo el sexto toro de la tarde ¡Ingenuos!, en verdad noveno ejemplar que salía por la puerta de toriles y noveno animal que rodaba como una peonza, andaban los ánimos torcidos. La tarde había sido infame. No hay corazón taurino que aguante festejos como éste. Si fuera mi primera visita a una plaza de toros igual me pensaba la vuelta unos nueve años, uno por cada uno de los toros que saltó al ruedo ayer. Pareció una condena sin previo aviso, como para llevar invitados a San Isidro. No regresan. Estaba el ambiente amargado, con ganas de volver a casa y dejar en el país de nunca jamás lo ocurrido ese 20 de mayo. Pero ayer confirmó en Madrid un mexicano, El Payo, el mismo que hace una campaña hubiera cortado las orejas de haber hundido la espada a tiempo en el lugar preciso... En un año se presentaba ante la afición ya convertido en matador de toros. Y cumplió. Remontó lo irremontable. Suspiró cuando no había aliento para nadie. En ese sexto toro de Tabernero, con todo en contra y media plaza mirando el reloj a la espera de que aquéllo tuviera principio y fin. El sobrero se dejó hacer, estaba tan raso el balance ganadero que todo valía, pero cuando se le exigía protestaba. Anduvo maduro el torero, muy puesto. Serio, valiente, firme, asentado, con mando y por encima de la situación. Fue el único de todos los asistentes al que no le venció el mal fario de la tarde. Lo mató por derecho y en la yema después de hacerle faena. En el primero regaló una bonita réplica de quites, generosidad del mexicano, cómo si no entender quemar así uno de tus dos cartuchos de oro, bueno de plastilina visto lo que vino después. Se picaron una y otra vez Abellán y Payo, quitó Miguel por templadas verónicas y respondió el mexicano por chicuelinas, volvió Abellán clásico pero auténtico por delantales y remató El Payo con la misma medicina. Bien ambición y torería. Madrid- México. Y la Monumental, casi en protesta. ¿Dónde está el corazón de la plaza más importante del mundo? Mucho hielo y poco latir le queda a Madrid en los últimos tiempos. La faena de El Payo bajó después, se perdió en tiempos muertos y algunos enganchones y el animal requería lo contrario.Miguel Abellán tenía la ambición en vena y sin recuerdos de la sangre derramada en este ruedo en los albores de la feria. Con una larga en el tercio y de rodillas recibió al segundo, un pavo con dos puñales por pitones. Pero sólo eso tenía el de Peñajara, veneno en la punta de los cuernos y vacío en el resto de su cuerpo. Invalidez, caídas de aquí para allá. Acabó con una estocada, mucho más baja de lo que dicta el manual.El cuarto era otro toraco de presencia. Éste sí de la divisa titular y en qué momento. Todo fachada, todo porte, un toro de espejo que no podía con su espíritu raso de casta, ajeno a la fuerza. Extraños misterios. Qué sé yo lo que pudo hacer Abellán, tal vez cuatro o cinco pases... Creímos que Serafín Marín nos devolvería la fe en la tarde después de ver salir y volver a entrar por toriles demasiados toros. Pero al catalán no se le obró el milagro. Cuajó dos tandas diestras interesantes a un toro de Ana María Cascón que, tirando a bruto, se dejaba. Al tiempo se descompuso la faena, ganó en rapidez, resultó cogido Serafín y lo intentó después al natural ya más reposado, pero abocados ya al rol del festejo. Se llevó al quinto al centro del ruedo, no había embestida que perder, lo malo es que tampoco que ganar. Abrevió y lo agradecimos. ¡Cómo no!