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El «pulmón» financiero de la banda: bacalao y turismo en Cuba

La Razón
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madrid- ETA organizó todo un complejo «empresarial» que, bajo una apariencia y objeto social completamente legal, tenían como finalidad real aportar los medios económicos necesarios para pagar a sus «liberados» o a quienes habían huido de España. La estrategia consistía en diversificar las acciones empresariales que iba a financiar a ETA. Así, las sociedades que contribuían a ese objetivo se dividían en tres áreas: «Grandes empresas», «Negocios rentables» y «Empresas menores». En el primer grupo se integraban la Koordinadora de Alfabetización y Euskaldunización, Herri Batasuna y Gestoras Proamnistía; mientras que en los «negocios rentables» estaban otras cuatro empresas. El control de dichas estructuras financieras lo ejercía en última instancia la «organización armada».

Los objetivos eran «financiar el desarrollo de actividades empresariales en Iberoamérica para procurar el autoabastecimiento de los colectivos de huidos y deportados de ETA»; controlar la gestión financiera del dinero «procedente de las actividades de tales empresas»; y administrar los rendimientos de las empresas «para atender las necesidades del colectivo de huidos y refugiados de ETA en Iberoamérica».

Servicio de taxis en la isla

En tercer lugar, se encontraban las «empresas menores del sistema de financiación», donde destacaban «Gadusmar», con un objeto social de «comercialización de bacalao» y con importantes «operaciones con Cuba». Igualmente figuraba en ese grupo «Ganeko», empresa «controlada también por ETA» que se dedicaba al servicio «mayorista para el desarrollo del turismo en Cuba», aunque, en realidad, se trataba de proporcionar a los etarras huidos todos los medios necesarios para vivir. Los responsables de esa empresa llegaron incluso a constituir en ese país un «servicio de taxis» para cubrir los viajes contratados desde España por esa sociedad, en la que participaron etarras reclamados por la Audiencia Nacional.

Los etarras deportados en Cuba no tenían que soportar las durezas que imponía el «período especial» implantado por el dictador Fidel Castro. Cada mes recibían 1.200 dólares «en concepto de sueldo». Ese dinero se les transfería, según consta en la sentencia, desde las cuentas de «Gadusmar, S. L.», relacionada con el Grupo Ugao, «gestionado por un colectivo de miembros de ETA huidos en aquel país».

En cuanto al «frente mediático», la cabeza de la pirámide era Orain, editora de «Egin», donde la banda logró una «ocupación y control absoluto». Así, a partir de 1991, la «dirección política» de ETA «asumió de lleno» el «proyecto Egin», incorporando el diario y la editora «a la estructura empresarial controlada» por la banda. Un año después, el periódico ya estaba «plenamente subordinado» a ETA, hasta el punto de «decidir el nombramiento del equipo de dirección de «Egin». De hecho, Xabier María Salútregi y Teresa Toda fueron nombrados director y subdirectora un mes después de reunirse con el dirigente etarra «Txelis».