Barcelona
El reino de los «cabeza de serpiente»
El colectivo chino es muy endogámico. Viven en una sociedad paralela y es muy difícil que se mezclen con españoles.
Madrid- La población china es como una tela de araña financiera que va ampliando su extensión con el tiempo. Es el tipo de inmigración más diferenciado. En España, esta maraña está controlada por los «cabezas de serpiente», individuos que han prosperado económicamente y han comenzado a cobrar por los servicios de la emigración internacional, que antes hacían de manera gratuita. Los «cabezas de serpiente» tienen una serie de contactos en los lugares de origen y en varios países europeos y organizan el traslado de inmigrantes chinos a los países de destino. Si los inmigrantes pagan el traslado antes o después de llegar a Europa, quedan libres de vinculación con sus cabezas de serpiente, pero pueden también pagar su billete a través del trabajo que ejerzan durante años en el país de destino. Las regiones que generalmente utilizaban este sistema eran Fujian y Wenzhou (provincia de Zhejiang). Sin embargo, actualmente también lo usan Qingtian (Zhejiang) y las zonas del noreste Heilongjiang, Liaoning y Jilin.«Todo a 100» y restaurantes Cuando consiguen saldar la deuda montan un negocio propio. No buscan un empleo en empresas nacionales, son un componente esencial del movimiento expansivo chino, que pretende instalar empresarios por todo el mundo. En los últimos 20 años han proliferado los restaurantes de comida china y los «Todo a 100». Con el mercado copado, se han diversificado con los comercios de alimentación, textil y de calzado.Es una sociedad endogámica que no se mezcla con los españoles. En la mayoría de las ciudades, las asociaciones voluntarias son el armazón de una estructura político– administrativa que proporciona una especie de autogobierno y se encargan de velar por los derechos de sus compatriotas, de ayudarles económicamente e, incluso, de mediar en la solución de conflictos internos. Estas asociaciones, que se sostienen gracias a las aportaciones de sus compatriotas, son las responsables del cambio de imagen que se tenía de los chinos en España en los años 90. Los asesinatos violentos fraguaron una idea del chino como delincuente peligroso. En ese momento, las asociaciones decidieron acercar posturas con las administraciones, e incluso con la prensa, y lograron su objetivo. El «boom» de la inmigración china se ha producido en los últimos diez años. A partir de 1978, la República Popular relaja los controles en la movilidad exterior y empieza el primer gran éxodo de chinos, principalmente hacia Estados Unidos, Hungría, Bulgaria y Rumanía, a los que se unieron España y Portugal poco después. En 1991, el colectivo chino en España ascendía a 6.482 personas. En la actualidad, ya son, al menos oficialmente, 112.386.
Muchas parejas mandan a sus bebés a casa de los abuelosLas familias chinas nunca rompen sus lazos con sus orígenes. Muchas de ellas llegan a nuestro país para intentar ganar dinero y ahorrar para poder arreglar la casa familiar, ayudar a sus parientes y enviar las remesas necesarias para el cuidado de las personas dependientes. El amor a la madre patria está ampliamente fomentado desde las instituciones chinas, que animan a sus compatriotas que salen del país a reinvertir en sus zonas de origen el dinero ganado más allá de sus fronteras. Los lazos son tan estrechos que es muy habitual que las familias manden a sus hijos recién nacidos a su pueblo natal para que los abuelos cuiden de ellos y los eduquen en los valores tradicionales durante varios años antes de reenviarles a España. Resulta curioso que los chinos de segunda generación, a pesar de tener la posibilidad de seguir sus estudios y acceder a la universidad, en ocasiones prefieren mantener el proyecto familiar que sus padres han establecido. El hermetismo del colectivo es casi total, de manera que los matrimonios mixtos no son muy comunes. No ocurre lo mismo con las actividades deportivas y sociales, que en ocasiones las comparten con personas no chinas.
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