El saqueo sindical

«El sastre tomó la empresa como su cortijo»

«El sastre tomó la empresa como su cortijo»
«El sastre tomó la empresa como su cortijo»larazon

«¡Tú calumnia, que algo queda!». Así de contundente se muestra en su denuncia el presidente de Forever Young, Eduardo Hinojosa, contra el supuesto sastre de la marca, José Tomás, que ha señalado que los trajes para Francisco Camps y Ricardo Costa se pagaban desde la red de Correa. En 43 puntos, Hinojosa desmonta las afirmaciones que ha hecho el sastre en varias entrevistas en diversos medios de comunicación. A continuación se exponen algunos de estos puntos. En primer lugar, el presidente de Forever Young desmiente que a Tomás se le despidiera por haber tenido que declarar ante el juez, sino que fue echado por confeccionar facturas falsas. En la denuncia se subraya que José Tomás «no es sastre», es un vendedor, por lo que es falso que confeccionara los trajes a nadie. «El sastre» afirmó que Pablo Crespo acudía a la empresa cada seis meses con un fajo de billetes de 500 euros. Hinojosa señala que de haberse procedido así estaría reflejado en la contabilidad. Tomás aseguró que Ricardo Costa era cliente de la empresa. «Sin embargo -señala la denuncia- del estudio de la documentación obrante en la compañía podemos afirmar que este señor no ha dejado jamás encargo alguno». Del mismo modo, el presidente de la compañía desmiente que Camps comprara unos zapatos de Crockett & Jones en 2008 porque se había dejado de vender hacía tiempo; también niega que encargara un esmoquin, un frac o un chaleco blanco. El texto afirma rotundamente que la Comunidad Valenciana nunca ha sido cliente de la marca. Niega igualmente que Javier García, como decía José Tomás en una entrevista, fuera el responsable de facturación. De hecho, subraya, el encargado de esta labor era el propio Tomás. Incluso, remarca, «el sastre» llegó a decir que uno de los miembros de la red de Correa llegó a pagar 60.000 euros a la compañía en 2005, año en que ésta ni existía. Las propias facturas falsas, según la denuncia, ordenaba «el sastre» que se hicieran en otro ordenador diferente al que la compañía utiliza para llevar la contabilidad y todos los controles, ocultándoselas a la dirección y a la empresa de contabilidad externamente realizaba estas tareas. Tomás clama en una de las entrevistas porque nadie quiere aclarar las facturas. En éstas, «el importe está mal calculado, los textos son falsos, el IVA está mal, no tiene firma, no tienen sello, la numeración no es correlativa o está repetida». En resumen, señala Eduardo Hinojosa, «el sastre se tomó la empresa como si fuera su cortijo».