Nueva York
El señor del «Grand Slam»
Así en la tierra de París, como en la hierba de Londres y en las pistas rápidas de Nueva York y Melbourne, derraman los ojos de Roger Federer incontenibles lágrimas de gozo. Se ha liberado. El sueco Robin Soderling limpió su camino de espinos (Ferrer, Nadal, Davidenko, González...), cuajó la faena de su vida frente al número uno y sirvió en copa de mosqueteros el triunfo más ansiado del número dos. Tres asaltos bastaron a Roger para enterrar a Robin y hollar la cima exclusiva de Pete Sampras: 14 «majors». Los duelos con Rafa en Roland Garros, las derrotas sucesivas ya sobre cualquier superficie, amenazaban con sumirle en el trauma eterno. En Madrid, precisamente, Federer empezó a recuperar la fe; en la Philippe Chatrier alcanzó la gloria, el «Grand Slam» que le faltaba para situarse a la altura de Sampras, para ser como Perry, Budge, Laver, Emerson y Agassi. Pero no estaba Rafa. La gesta de Federer habría tenido más repercusión, si cabe, de haberse enfrentado en la final al actual rey de reyes. Pero Nadal está convaleciente. La rodilla derecha pudo traicionarle ante Soderling, posibilidad que ni él ni su entorno han barajado; más cierto es que le ha impedido jugar en Queen¿s y que ha puesto en peligro su participación en Wimbledon, donde el número uno estará en juego. Mañana sabrá el tenista español si está en condiciones de acudir a la cita. No obstante, siempre le quedará Flushing Meadows.
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