Ciencias humanas
Estornudos eróticos
Un estudio británico vincula los pensamientos sexuales con el reflejo de arrojar aire de forma estrepitosa por la nariz. Los científicos sospechan que se debe a un defecto de conexión cuando se emiten las señales al sistema nervioso del cerebro.
Cuando la persona que tenemos en frente nos mira, podemos pensar que está flirteando. Si lo hace fijamente y nos sonríe, la cosa está aún más clara. Pero si estornuda... entonces puede significar que su líbido está por las nubes y que nos imagina en la cama o en cualquier otro lugar habitual de sus fantasías. Así se desprende de un estudio publicado en el «Journal of Royal Society of Medicine».
Dicho trabajo ha sido realizado por dos investigadores británicos, el doctor Mahmood Bhutta, otorrinolaringólogo del Hospital Wexham Park y Harold Maxwell, psiquiatra del Hospital Universitario West Middlese. Ambos decidieron analizar este fenómeno después de leer el único caso que existe en la literatura médica de un paciente de 69 años que estornudaba de forma inmediata tras haber tenido un orgasmo. El problema se debe, según explica el propio Bhutta a este semanario, «a un defecto en las conexiones cerebrales». Esto es, las señales que envía el sistema nervioso parasimpático del cerebro (que también marcan el ritmo cardíaco, la digestión y la dilatación de las pupilas) se cruzan de forma accidental y esto provoca el tan ridículo «¡achís!».
Por su parte, Miguel Ángel Cueto, secretario general de la Federación Española de Sociedades de Sexología (FESS), aclara que «el orgasmo, al igual que el estornudo y otras respuestas instintivas, es un reflejo». Y este último responde a «una estimulación de la membrana llamada pituitaria y, a su vez, a uno de los doce pares de nervios craneales (nervio vago)», matiza Cueto. Por lo que se observa en el estudio, parece ser que existen personas «en las que se asocia el estornudo y el orgasmo como respuesta del sistema nervioso autónomo o vegetativo». En definitiva, al ser ambas conductas reflejas del organismo, «podrían estar conectadas de alguna forma en aquellos individuos que las han aprendido a asociar por un condicionamiento o mediante la propia respuesta nerviosa de carácter reflejo», concluye Cueto.
Más común de lo que creen
El trabajo en cuestión se centró en cerca de una veintena de individuos que, a través de internet, describieron este fenómeno. «Aunque también hemos contactado con más de 100 personas que confesaron sufrir el mismo problema», especifica Bhutta. Tal vez estas conclusiones no muestren la realidad total de la incidencia del trastorno; sin embargo, los científicos consideran que podría tratarse de un problema más común de lo que se piensa. Además, hay que tener en cuenta que no es un tema en el que uno se quiera recrear con los amigos. «No se suele hablar de ello, porque lo consideran vergonzoso», explica el científico. En cuanto a la vinculación con el sexo, tanto ellos como ellas tienen las mismas posibilidades de sufrirlo. No obstante, «han sido más hombres los que se han puesto en contacto con nuestro equipo para tratar el tema». Y encima, se hereda. «Algunos casos de los estudiados tenían una vinculación genética, es decir, en su familia ya había ocurrido este fenómeno», concluye Bhutta.
Como muchos consideran que este asunto tiene «guasa», la pregunta que viene a la cabeza es si cuanto más fuerte se estornuda, más libidinosos son los pensamientos. Pero los expertos no han encontrado ninguna relación al respecto. Lo que sí se ha descubierto es que éste no es el único impulso embarazoso. También se han hallado otros ejemplos en los que ciertos eventos provocan estornudos. Por ejemplo, situaciones en las que la persona estornuda después de una comida que los hace quedar con el estómago lleno.
Dejando la ciencia a un lado y teniendo en cuenta la estación en la que nos encontramos, es más probable que el dichoso estornudo se deba a un catarro y no a que le hayamos caído en gracia al de al lado.
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