Foto del día: Lágrimas para una fiesta

Rojo pasión... y la pasión a veces se derrama en lágrimas. Como las de esta niña, compungida perdida al interiorizar hasta el llanto ese «pobre de mí» con el que Pamplona se despide de los sanfermines. No es difícil imaginar que apenas unas horas antes su rostro, lejos de estar demudado, sería el reflejo del jolgorio interior y exterior que traen consigo las fiestas populares que pespuntean el estío en España. Unos días en los que los pueblos y las ciudades se convierten en un parque temático, donde se enseñorean las señas de identidad de cada cual, que habitualmente pasan por alguna tradición que termina convirtiéndose en tópico o a la inversa, que el orden de los factores no altera el producto. Como los amores de verano, que existir, existen y provocan congojas similares tras un puñado de días, siempre parecen pocos, donde la intensidad de las emociones y la felicidad reconcentrada, e idealizada, provocan imágenes como ésta, sólo que más íntimas. Para mí, que esta niña ya conoce lo que es el síndrome postvacacional sin necesidad de llegar a septiembre. Un disgusto, vamos.