Castilla y León
Hay que Cerrar Garoña
El Gobierno tiene que decidir si autoriza o no alargar la vida de la central más antigua de España. Los técnicos que trabajan con el CSN sostienen que es segura, pero el organismo oficialmente ni confirma ni desmiente. Hace sólo dos meses tuvo lugar la recarga del reactor. Para la modernización y mantenimiento han destinado 19,8 millones de euros, 20 millones en personal y 25 millones al acopio de uranio
Hace ya casi dos años que tuvo lugar el cierre de Zorita. La clausura de la central nuclear más antigua del país dejaba a España con ocho reactores. Este cierre, querido ver por algunos como un hecho originado por el PSOE, fue realmente aprobado por el PP cuando gobernaba. Ahora, cinco años después de que Zapatero prometiera el plan de cierre paulatino de las nucleares el Gobierno tiene que decidir sobre el futuro incierto de la que es la última central de primera generación de España, Santa María de Garoña, en el Valle de Tobalina, al norte de Burgos. Su continuidad resulta del todo incompatible con esa promesa hecha en tiempos de bonanza económica. Mientras que para unos los casi 38 años que esta central lleva en operación comercial son más que suficientes para proceder a su desmantelamiento, para otros alargar su vida durante diez años resulta esencial, sobre todo con los tiempos que corren. Ante este panorama, el Consejo de Seguridad Nuclear (CSN) presentará en los próximos días (el 5 de junio es la fecha tope) el informe que avala con datos técnicos su cierre o alargamiento de vida útil durante diez años más. Como ha podido saber este semanario, los técnicos que trabajan con el CSN sostienen que es segura, por lo que podría prolongarse su vida. De hecho, a pesar de ser la última que queda en España de primera generación está incluso en mejor estado que otros reactores más jóvenes, de segunda generación, añaden las mismas fuentes.Ahora bien, aún queda que el Pleno del CSN diga sus conclusiones por lo que oficialmente desde este organismo no quisieron ni confirmar ni desmentir dicho dato. Después (seguramente tras las elecciones europeas), será el Consejo de Ministros, con el informe en mano, el que decida si autoriza prorrogar la licencia de explotación de esta central del todo amortizada o si finalmente el 5 de julio de este año se detiene para siempre. ¿Expectación? Depende. Hace sólo dos meses, tal y como correspondía, tuvo lugar la recarga de Santa María de Garoña. Las inversiones que vienen realizando en los últimos tiempos no son baladí. Se han invertido 19,8 millones de euros en nuevos equipos (modernización y seguridad), 20 millones en personal y 25 millones de euros en acopio de combustible. Este último gasto permitirá a la central generar electricidad durante al menos 6 años, pues en cada recarga se descarga una cuarta parte del combustible. Desde Nuclenor precisan que no es que se dé de golpe, sino que son inversiones que se han ido aprobando y pagando para poder operar con los máximos niveles de seguridad, con el fin de trabajar con vistas al futuro.«Durante el mes de marzo, que estuvo parada, estuvieron trabajando 1.814 personas (entre contratados y contratas) para proceder a la recarga, así como para activar los proyectos de modernización, hechos, pero pendientes de conectarse, pues no podemos hacerlo si la central está en marcha», detallan las mismas fuentes. Por lo que no parece muy lógico no parar esta recarga, tal y como solicitaron desde Greenpeace, si no se va a prolongar su vida. Políticamente, alargar la vida de la central más allá de los 40 años (como se viene haciendo en Estados Unidos, por ejemplo) sentaría un precedente en España, sobre todo con la promesa de plan de cierre de Zapatero de fondo. Y optar por no autorizar su funcionamiento durante al menos los dos años después de la recarga significaría haber «desperdiciado» bastante dinero por no pararla a tiempo. Ahora bien, el coste del uranio no tendría por qué perderse, pues también serviría de combustible para la central Cofrentes, por ejemplo.Eso, a grandes rasgos. Pero hay mucho más. ¿Es realmente segura una central tan antigua? ¿Cuántos problemas de corrosión ha tenido? ¿Es mejor alargar su vida que crear una nueva central o apostar por otro mix energético? Pongámonos en antecedentes. Los ocho reactores que funcionan en España permitieron producir, en el año 2008, 58.997 millones de kilovatios hora (kWh), lo cual supone el 18,29 por ciento de la electricidad que consumimos y un incremento del 6,6 por ciento respecto a la producción eléctrica de 2007, según los datos del Foro Nuclear. En concreto, «Garoña generó sólo en el último año 4.021 millones de kWh», asegura el director de Garoña, José Ramón Torralbo. Es decir, el equivalente a «las necesidades eléctricas del 28 por ciento del consumo eléctrico de Castilla y León o dos veces el consumo de La Rioja o el 12,8 por ciento de energía que produjo entonces la eólica en España. En definitiva, cubrió la necesidad de electricidad de 250.000 familias al año, y evitó la emisión de 2,5 millones de toneladas de CO2 en 2008, así como la importación de casi un millón de toneladas equivalentes de petróleo», según Nuclenor.Ahora bien, España exporta más energía eléctrica de la que produce, esto se viene repitiendo al menos desde el año 2007. Al 15 de mayo de 2009 con un saldo exportador, España exportó 2.364 millones de kWh, según los datos facilitados por la Asociación Española de la Industria Eléctrica (Unesa). En 2008, se exportaron 11.221 millones de kWh (más del doble que Garoña, pues la central produjo, ese año, 4.021 millones de kWh) y en 2007, 5.750 millones de kWh. Por otra parte, la central funcionó al 98,23 por ciento, cuando la media a nivel mundial es que este factor de operación que relaciona el número de horas operativas del total de horas que hay al año esté al 85 por ciento, según los datos facilitados por Nuclenor. Ahora bien, este llamativo porcentaje tiene, al parecer, su explicación. «El pasado año no tuvo que parar durante un mes la central para recargar por lo que es normal llegar a ese porcentaje», explica Heikki Willstedt, experto en Energía y Cambio Climático de la organciación conservacionista WWF. «De hecho –prosigue–, con el fin de evitar posibles fallos que dieran lugar a un informe negativo del CSN la central ha estado funcionando por debajo del nivel tope, que está en 488 megavatios hora (MWh), y ha estado produciendo menos energía, entre 430 y 420 MWh a lo largo de todo 2008». Para Heikki, «Garoña es una central innecesaria con riesgos importantes en su funcionamiento que se han intentado enmascarar». Algo que contrasta con los datos que aportan desde Nuclenor. En los últimos diez años se han invertido 150 millones de euros en programas de modernización y desarrollo tecnológico de la planta. De hecho, desde finales de los ochenta se han destinado unos 370 millones de euros. Y ahí no acaban los datos, Nuclenor ha aprobado inversiones por más de 50 millones de euros entre 2009 y 2011. En fin, son positivos. Con todo este capital se han realizado más de 2.500 modificaciones del diseño original de la instalación, y se ha sustituido casi el 60 por ciento de los componentes de la central, según Nuclenor.No lo ven así todos los expertos que recuerdan que el corazón de la central no se ha cambiado. Los que están a favor de su cierre por ser de primera generación recuerdan que esta central «con el diseño de General Electric ya tuvo problemas al principio, pues la propia General Electric aconsejó parar las que ellos crearon por problemas de diseño», recuerda Willstedt. Pero hay partes más caras que otras. De hecho, siempre se han denunciado las grietas en la vasija del reactor. Aunque desde los distintos entes nucleares hablan de que es del todo segura, pues se ha llevado a cabo un buen mantenimiento. Ahora bien, dando por hecho esto último lo cierto es que no se ha cambiado la vasija. Y ¿por qué no sustituirla? Pues al parecer «porque no se puede renovar así por así, tanto por el precio de la vasija como por el tiempo de hacer ese cambio, todo ello supone mucho dinero», asegura Willstedt, entre otros (ver entrevista a Marcel Coderch en página 22). Y como el cuerpo humano, cuántos más años tiene uno más se va estropeando (es ley de vida y también en los aparatos, bueno, salvo el Amstrad de cinta que algunos aún hoy conservamos en casa).Alargar la vida de la central diez años más supondría «generar más de 38.000 millones de kWh de forma segura y fiable, como lo viene haciendo hasta la fecha. Evitaría la emisión a la atmósfera de 25 millones de toneladas de CO2, así como la compra de derechos de emisión por un importe de entre 400 y 1.100 millones de euros. Además, ahorraría más de 1.600 millones de euros que costaría la energía de sustitución necesaria (gas)», asegura el director de Garoña, José Ramón Torralbo. En cuanto a los datos socioeconómicos, cerrar la central pone en alerta a muchas familias, al menos 1.000, pues ése es el número del personal que trabajó directa e indirectamente en Garoña en el año 2008. SucesosGaroña, que este año ha logrado ubicarse entre una de las 50 mejores centrales del mundo por producción en 2008 (en el puesto 31 o en el puesto 9 de las de tecnología BWR o de agua en ebullición), también ha sufrido incidentes, siete sucesos calificados por el CSN de nivel 0 en lo que va de año. Aunque desde Greenpeace hablan de nueve. «El 1 de abril, cuando Garoña procedía a arrancar tras la parada de recarga se produjo un incendio y una explosión de un transformador eléctrico de la central. Nos alertaron los vecinos», detalla Carlos Bravo, responsable de la campaña de energía nuclear de la organización Greenpeace.El otro suceso, «y el Consejo de Seguridad Nuclear no ha informado de ello, es que hubo una rotura en un elemento del combustible. Así que la central bajó cerca de un 50 por ciento la potencia para hacer pruebas para detectar dónde se encontraba el elemento roto. Estuvo tres días realizando esas pruebas», añade. Alguien podría decir que el que tiene que informar es el CSN y así es. Pero no siempre son los primeros en tener conocimiento de ello, tal y como sucedió con otra central nuclear, la de Ascó. En fin, pros y contras. Quizás sea el miedo de los de las centrales de que les tengan miedo si informan de los sucesos el que genere realmente más miedo que la propia fuente. ¿O será el cambio de reglamentos?
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