Mónaco

Hoy es 15 de agosto de 2016

Hoy es 15 de agosto de 2016
Hoy es 15 de agosto de 2016larazon

La corazonada no se quedó en un pálpito. A mis 49 años presencio unos Juegos Olímpicos en mi ciudad, aunque tengo que hacerme un reproche: sólo a mí se me ocurre buscar el mar cuando nos estábamos preparando para recibir la antorcha. El AVE Vigo-Madrid de las once de la mañana tiene tanta prisa como yo para llegar a la capital del olimpismo estos días. 200 euros y tres horas después, en la estación Madrid-Puerta de Atocha se te abalanzan las manos que intentan atrapar a los viajeros para llevarles en volandas a los que ya pronostican que son los mejores Juegos Olímpicos de la Historia. La prensa internacional todavía escribe sobre la espectacular ceremonia de inauguración del 5 de agosto que dirigió Alejandro Amenábar. A Almodóvar se le ha reservado la de clausura. Es 15 de agosto de 2016 y hoy se disputa la final de tenis masculino individual. A sus 30 años, Rafael Nadal puede lograr su tercera medalla de oro y estoy aquí para verlo en una ciudad que ha mudado de piel, un «lifting» a conciencia, para no perder su esencia: los madrileños siguen viviendo de puertas afuera. Los bares siguen ahí. En Atocha, el «Brillante» sigue con sus bocatas de calamares y sus cervezas, a tres euros la caña. Eso sí, han convertido el deseo de Rodríguez Zapatero en realidad: durante los Juegos, el café está a ochenta céntimos. Primera sorpresa: los madrileños no sólo nos compramos bicicletas y nos apuntamos a los cursos gratuitos para aprender a montar con un mínimo de dignidad que ofreció Ruiz-Gallardón... ¡además las usamos! El carril-bici del Eje Prado-Recoletos se queda pequeño, mientras los coches eléctricos transitan por donde hace... ¿cuánto, doce, trece años? Carmen Thyssen pasó a las crónicas de la Villa y Corte por encadenarse a un árbol frente a su museo. Los árboles de ahora no sufren tantos sobresaltos, los peatones tampoco. Una de las mejores noticias: ya no se mira de reojo al sur de Madrid, ahora se le busca. El tiempo le ha quitado la razón a «Los refrescos» y, por fin, sí que hay playa. Sólo hay que dirigir los pasos hacia Embajadores o Santa María de la Cabeza para encontrarse con ese río Manzanares estrangulado por los coches que recorrían la M-30. Junto al Matadero y el Parque de la Arganzuela, el Manzanares adopta una nueva personalidad. La arena, las hamacas y las toallas no son un espejismo: se pueden dejar las huellas en una playa, convertida ya en uno de los epicentros de la ciudad. Como único horizonte los barrios de Usera y Carabanchel, que antes estaban de espaldas al centro, como Barcelona estuvo tantos años de espaldas al mar. Provoca un poco de nostalgia no encontrar con la mirada el Vicente Calderón, su espíritu sigue ahí, sólo hay que mirar el césped que ahora lo habita.Aunque muchos traen sus bocatas, la famosa pistola ha sido sustituida por la «baguette» con precios europeos, un euro con cinco, pocos se resisten al menú olímpico creado por Ferran Adrià, Sergi Arola y Arzak por 15 euros. La gastronomía española también se está colgando medallas en Madrid 2016. El metro de Legazpi, por fin visible tras tantas obras, absorbe pasajeros. El metro es gratis si se tienen entrada para ver alguna competición deportiva. Si no, dos euros a cambio de más de 370 estaciones. El destino de la mayoría de los pasajeros es el Estadio Olímpico que dejó de ser La Peineta. Tampoco está ya en medio de la nada, solitario, huérfano. La maleza de antaño se ha convertido en gradas pobladas de espectadores. Al lado, apenas a medio kilómetro del estadio, la Villa Olímpica. Gasol, ya retirado, acude a visitar a la selección de baloncesto mientras contempla una microciudad con zonas verdes. Dan ganas de hacer flexiones y estiramientos sólo para pernoctar en ella. Ha revalorizado San Blas, antaño barrio obrero y ahora atlético. Sus vecinos no sacan pecho, sacan músculo que es lo que se lleva. Se acerca la hora, quedan apenas noventa minutos para que Rafael Nadal salte a la pista para enfrentarse a un joven de 25 años, número dos del mundo... y español. Esperanza Aguirre culminó su deseo: el tren bala une los puntos cardinales de la ciudad en menos tiempo que se invierte en suspirar. No da ni tiempo de sentarse. En tres minutos se pasa del parque Olímpico a la Caja Mágica. Lleno total. En el palco de invitados «vip», parte de los que tienen la culpa de que Madrid viva el verano más intenso de su historia. Rodríguez Zapatero, Ruiz-Gallardón y Aguirre –que presume que su nieta Beatriz, de nueve años, es voluntaria–, lucen sus acreditaciones de invitados. Siete años después están más relajados. Las corbatas y los pañuelos que exhibieron en aquel mayo de 2009 no han perdido su color. Ningún imprevisto. Ni siquiera Alberto de Mónaco se da cuenta de lo protegido que está. La seguridad o es discreta o no es seguridad, sino amenaza. En diez días, ya llevamos quince medallas. Mercedes Coghen está eufórica. Su hija Mónica acaba de lograr la medalla de oro en hockey. En la Caja Mágica se suspende el tiempo. Silencio, juega Rafa. Nadal...