Blanqueo de capitales

Isabel Pantoja y Julián Muñoz podrían haber pactado su reconciliación

Isabel Pantoja y Julián Muñoz podrían haber pactado su reconciliación
Isabel Pantoja y Julián Muñoz podrían haber pactado su reconciliaciónlarazon

Es una casa encima del mundo, como aquella de la canción italiana. Es más, cabe aplicarle cualquier nombre: desde «casa de los horrores» a «deshecho nidito de amor». Aunque están registrados como pareja de hecho y La Pera es su domicilio matrimonial, Isabel Pantoja insiste en querer quitárselo de encima. O esa es la versión que vende para intentar un lavado de imagen, del que anda bastante necesitada. Después de lo que se vio ayer con ocho nuevos testigos para conocer quién, cómo y de dónde procedía el dinero invertido en su compra, el juicio resolverá si hay numerosos culpables. La casa no puede venderse, y si en los 17 años que veraneó en ella Coqui García Font pagaba un millón de pesetas por el casoplón, ahora atrae a curiosos que van «por si vemos secándose el pelo a la Pantoja» o, si se tercia, al nuevo Julián Muñoz, nada que ver con el ex alcalde que tuteló un Jesús Gil al que le resultó infiel y respondón.

 


Desaforada cursilería

 

Su última entrevista «pantojista» en «¡Hola!», que no lo lleva a portada porque para perder estrellas bastante tienen con sacar a Jesulín o a Belén Esteban, roza la cursilería más desaforada. ¿Cómo alguien que piensa así puede gobernar con tino? Y no es que lo uno esté reñido con lo otro, pero los desbarres verbales de Muñoz por Pantoja en plan poético causan sarpullidos cuando no carcajadas. Se emperra en añorar «el olor de Isabel» y su piel, ¡ay!, que imagino, dada su vellosidad, de tacto aterciopelado. De ahí vendrá el perenne clamor de un Julián incongruente, porque hace dos meses la puso a caer de un burro y ahora clama por reconciliarse.

 

Algo que supone Maite Zaldívar, quien no sólo está herida porque Julián afirme que «Isabel es la mujer de mi vida y me dio una familia», juicio agravante para quien compartió todo con él durante 27 años. ¿Que la tonadillera le dio una familia? Está por ver. De lo que no cabe duda es de que se entrometió en otra y pisoteó el matrimonio tal si fuese un elefante en una cacharrería. Como La Pera no puede venderse ante la prohibición judicial y Pantoja aparenta querer echarlo de ella, la salida es ponerla en alquiler a la espera de tiempos mejores y, acaso, de una reconciliación posiblemente ya pactada. Todo huele a podrido, apesta a maquinación y a lo peor se reajuntan a fin de concitar esfuerzos para la batalla judicial en ciernes. Dios les coja confesados.