Nueva Orleans

Juan Perro pide paso

Juan Perro pide paso
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Santiago Auserón se ha puesto la careta de Juan Perro y ha salido a la carretera con nuevas canciones. Acaba de empezar una gira en la que presenta canciones que aún no han sido recogidas en un disco. Esto también es ir contracorriente: «Me gusta ver crecer las canciones sobre el escenario, madurarlas y ajustarlas antes de hacerles la foto, que es lo que sucede cuando las registras en un estudio». Al habla la versión constipada de Juan Perro, de 54 años. El músico está saliendo de una gripe. A pesar del bajón, sobre el escenario doma los nervios con ironía, elegancia y una interpretación llena de sabiduría que le permite ir presentando a sus nuevas criaturas ante grupo de periodistas en la madrileña sala El Sol (mañana toca en Bilbao). Así que avisa: «Son todavía unas niñas que no han hecho la primera comunión. Lo digo por las hostias». Si Cuba fue el nutriente que alimentó sus primeros discos como Juan Perro a mediados de los noventa, Nueva Orleans es la esquina donde ha estado husmeando en los dos últimos años: «El Caribe y Nueva Orleans están muy cerca y las ondas musicales se extienden con facilidad. Al final me he dado cuenta de que las músicas que se me van quedando en el corazón apuntan hacia el mismo lado», prosigue. «Lo que he hecho en esta ocasión ha sido equilibrar el ramalazo cubano de Juan Perro con las raíces pre rockeras. Ahora la dosis se reparten al cincuenta por ciento». En Nueva Orleans ha absorbido todo sobre las rítmicas de las bandas callejeras de principios de siglo y se ha dado cuenta de que existen misteriosas conexiones entre esta música y el universo sonoro cubano: «Lo que me gusta de Nueva Orleans es que se da una continuidad de estilos en la que todas las rupturas se incorporan a la tradición y en la que todos los géneros se dan la mano. Los jazzeros no le hacen ascos al rhythm & blues ni a la música rural; allí todos los estilos se dan la mano. Sería bueno que esto mismo acabase ocurriendo entre nosotros». Un ojo lo tiene puesto en lo contemporáneo y el otro, en la tradición lírica de la lengua: «Me interesa mucho esa zona de contacto con la música medieval, con el momento en que se fija nuestra lengua, el verso cantado, la música andalusí y los trovadores provenzales». En esta ocasión, el jazz queda algo apartado: «Me interesa como aficionado, pero como músico profesional soy un rockero, heredero de la tradición del blues y del rhythm & blues; ése es mi terreno, y además en castellano. Ambos son géneros afroamericanos que tienen mucho que ver con el jazz. En los orígenes mismos del jazz hay conciencia muy clara del elemento hispano. El pianista Jelly ¿Roll¿ Morton, que se calificaba a sí mismo como el inventor del jazz, decía que tenía que tener siempre un matiz hispano, que consiste en llevar con la mano izquierda un ritmo de habanera mientras que la derecha improvisa la escala pentatónica, el blues». Auserón siempre ha sido un músico inquieto y crítico con su oficio. Protesta porque «las canciones nacen hoy en día como cansadas». Le incomoda la perspectiva de convivir a todas horas con la presión del repertorio de Radio Futura: «Mi propósito es seguir creciendo y mejorando mi taller de composición. Por supuesto que durante la gira nos daremos el gusto de rescatar temas de Radio Futura». Así que, pensar en la vuelta del que muchos consideran el mejor grupo de pop español se antoja una empresa inviable: «Sería una buena manera de resolver el porvenir y casi la jubilación, pero es que no queremos jubilarnos», responde con sorna perruna. En estos cinco años sin editar material nuevo como Juan Perro no se ha estado quieto. Hizo la gira y el disco de «Las malas lenguas» con su hermano Luis Auserón, en el que adaptaban al castellano clásicos del rock¿n¿roll; se unió al Taller de Musics de Barcelona con Enric Palomar y de allí salió una reinterpretación de su repertorio en clave de jazz; y también ha hecho colaboraciones con otros músicos que, sin proponérselo, le ha llevado a cantar en todas las lenguas oficiales de Estado. En memoria de «José Rasca» Arropado por tres músicos cubanos de primera y semioculto en una boina, Juan Perro sigue aullando su repertorio, «blues castellano leonés», dice él. Una de las canciones nuevas se llama «José Rasca» y está dedicada a la memoria de Joe Strummer, el líder de los Clash fallecido hace siete años, a quien Auserón conoció a mediados de los ochenta en Madrid. De él guarda unas sabrosas anécdotas: «Íbamos mucho al King Creole, en el barrio de Malasaña, y nos pasábamos la noche entera hablando de blues. Caminaba con si estuviera dentro de una película. Era muy divertido y muy mitómano, algo que me sorprendía en extremo, a fin de cuentas él era uno de los popes de la religión punk. Una vez vio por la calle un Dodge y se obsesionó con el coche, quería uno a toda costa. Se lo conseguimos. Resulta que un vecino mío tenía uno aparcado en el garaje. Cuando regresó de Londres, quedamos en el Chicote y le dimos las llaves. Se quedó flipado. Dicen que andaba por las calles de Malasaña con el bólido rascando las paredes, echando humo».