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La Cabalgata de las cuatro estaciones

Los Magos desfilaron eyer con la Naturaleza como inspiración

La Cabalgata de las cuatro estaciones
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MADRID- Llegó la noche mágica para niños y mayores. Los Reyes Magos ya están aquí y anoche celebraron su entrada en Madrid con una espectacular Cabalgata inspirada en la Naturaleza. Ocas, bueyes, mariposas, hormigas y los duendes de los bosques se pasearon por el centro de la ciudad para enseñar a los más pequeños lo que vale la pena cuidar del Medio Ambiente. A las seis y media de la tarde arrancaba la comitiva real desde Nuevos Ministerios camino de la plaza de Cibeles por el paseo de la Castellana con el escuadrón ecuestre de la Policía Municipal engalanado con sus mejores uniformes para preceder a Sus Majestades de Oriente. A lo largo del recorrido esperaban cientos de miles de madrileños que, en algunos casos, llevaban hasta cinco horas esperando a la Cabalgata. Pero este año la espera no se hizo muy amarga puesto que el Ayuntamiento de Madrid programó toda una serie de espectáculos a lo largo del recorrido. Así, en la plaza de Colón, «Les Roeuers de Coleurs» dejaron asombrados al público con sus increíbles esferas de colores de hasta ocho metros de diámetro. En Emilio Castelar, el rey Luis XIV disfrutaba de sus regalos de Reyes como un niño más al son de un violoncelo mientras grandes zancudos barrocos jugaban con él a la pelota. Y en Cibeles, un grupo de bailarinas escenificaban el viento, el agua, el fuego, la tierra y las estrellas en el escenario preparado para sus majestades. También en la plaza del Doctor Marañón se esperaba el «Desfile de los tres elefantes» elaborados con materiales reciclados que finalmente ocuparon su sitio detrás de la banda de soldaditos de juguete que comenzaba el periplo musical de toda la comparsa. Los andares metálicos de este grupo rivalizaban con los temblores de los espectadores que, pese a la ola de frío, recibían el desfile con la boca abierta. Pronto seguían las primeras luces de fantasía de la procesión y los caramelos, que los más pequeños se esforzaban por coger con bolsas, paraguas del revés o gorros. La primera carroza emulaba un barquito de papel sobre un mar lleno de espuma, peces, medusas y estrellas de mar que, para variar, repartían gominolas «para no hacer daño al tirarlas», explicaba un divertido calamar. Los primeros gritos nerviosos de los chiquillos llegaban con el cartero real, encargado de hacer llegar las misivas de los niños buenos a los Reyes Magos. «He sido muy bueno, de verdad -insistía un pequeño, a coro con todos sus vecinos de fila- y quiero un helicóptero». En otro punto del recorrido un chavalín pedía «por favor, por favor, una bicicleta». Noventa euros en regalos Salvo porque un comportamiento realmente malo les haga merecedores de un buen montón de carbón, los niños madrileños se despertarán hoy con varias sorpresas en sus zapatos. Los magos de Oriente se han gastado 90 euros de media en los regalos de cada niño en Madrid aunque el coste del carbón queda fuera de estos cálculos, todo dependerá de lo malo que sean sus destinatarios. Hasta entonces, la Cabalgata invitaba a sus asistentes a disfrutar de las maravillas que ofrece la naturaleza al son de las Cuatro Estaciones de Vivaldi. Hadas, elfos y trasgos del bosque señalaban el camino a las cuatro estaciones que centraban el desfile. Una hormiga gigante cogía las hojas de las flores mientras una enorme mariposa revoloteaba para libar su néctar. Los pajarillos y los insectos vibraban con la primavera y, detrás de ellos, llegaba el verano con dos carros tirados por caballos y bueyes que representaban la cosecha, así como las ocas de Miguelito, adornadas con bolas de Navidad. El otoño perdía hojas y caramelos sobre los asombrados espectadores que lo veían avanzar entre setas y follaje dorado para dar paso al invierno con la bella reina de las nieves y su séquito de hombres de hielo. Tras ellos, el escuadrón ecuestre de la Guardia Civil precedía a sus majestades entre los gritos ensordecedores de los niños que repetían sus peticiones a su rey favorito. Melchor, Gaspar y Baltasar, acompañados de nada menos que un centenar de pajes -Voluntarios de Madrid- hicieron su aparición sobre celestiales carrozas blancas con la forma de una flor de lis, un lirio y una rama floral, respectivamente. Camino de Cibeles, los magos repartían deseos de felicidad y escuchaban todos los recados de los más pequeños. Tras entregar su mensaje de paz y amor y conminar a los chavales a acostarse pronto y dormir bien para descubrir hoy lo que traen en sus carrozas, los Reyes Magos se despidieron de los madrileños con un hermoso juego de luces y fuegos artificiales al son de «Gloria in excelsis Deo», también del compositor italiano Vivaldi que dio música al desfile.