Comunidad de Madrid

La consulta médica: una jaula de grillos

La Razón
La RazónLa Razón

Abrió la puerta, entró en consulta, y lo primero que escuchó por parte del médico fue: «¿Usted qué quiere?». Plácido, un enfermo crónico trasplantado de corazón, se quedó a cuadros. Una reacción más que justificada para una persona que cada seis meses debe acudir al profesional para pedir su medicación. Plácido Rollán, hoy presidente de la Confederación Española de Pacientes Cardiovasculares, respondió: «¿Que qué es lo que quiero? ¡Quiero las medicinas que necesito!». Con la lista en mano de los fármacos en cuestión que le permiten seguir con su día a día se dirigió al profesional. «Cuando se la enseñé me dijo que si no me parecía demasiado». Médicos y pacientes no siempre se entienden. La escasez de tiempo, el lenguaje técnico y un trato distante son los principales obstáculos a los que se enfrentan. El resultado: desconfianza y desmoralización. Situaciones como ésta se repiten de forma habitual en las consultas. Pero el problema no corre sólo a cargo de los médicos, sino de los propios pacientes. Pasarse de «listos», no ser claros y concisos a la hora de explicar el problema e impacientarse... En definitiva, la falta de comunicación no hace sino agravar la situación. Según explica Juan Siso, subdirector general del Defensor del Paciente de la Comunidad de Madrid, «hay dos cuestiones que impregnan la actitud del paciente: la confianza en la ciencia y el hecho de quererlo todo y quererlo ya. Aunque la medicina avanza todavía hay cosas que se escapan de las manos. La gente ha dejado de aceptar las demoras y ahora exigen que no las haya. Es el problema del sistema sanitario que tenemos, que pese a ser muy bueno, al ser universal y ¿gratuito¿ se produce una sobredemanda y las listas de espera no desaparecen». Por su parte, Plácido afirma que «la Atención Primaria necesita una reforma, porque hay muy pocos profesionales y no pueden atender como Dios manda. Hay veces que te pregunta lo que quieres, te recta y punto». El manual Para poner las cartas sobre la mesa y hacer comprender de forma clara a los habituales en las salas de espera, ha salido a la calle «El Manual del Paciente: Guía para mejorar la atención sanitaria». Con la iniciativa de la compañía biomédica Pfizer y la colaboración del Defensor del Paciente de la Comunidad de Madrid, se pretenden evitar muchos de estos obstáculos. Siso apunta que «lo principal es establecer los objetivos, qué quiere el enfermo cuando llega a consulta». Porque en general quieren curarse, acabar con los dolores, pero también hay quienes lo que quieren es prolongar una baja laboral, por ejemplo». Por su parte, Plácido reconoce que «no siempre sabemos comportarnos. Deberíamos prepararnos en casa para ser más concretos cuando estamos en consulta. Y, sobre todo, no ir de ¿sabelotodo¿». El siguiente paso es explicar bien lo que le ocurre, el qué, dónde, desde cuándo... El tercer paso es la propia exploración física, es decir, «no es infrecuente que el paciente durante la auscultación siga hablando, lo que dificulta el trabajo; o bien lleve ropa inadecuada, tarde mucho en vestirse y desvestirse... Parecen nimiedades, pero a la larga entorpecen la labor del profesional», especifica Siso. Participar en el diseño del tratamiento y hacer un resumen final de la visita, son los últimos pasos para poner fin a esa relación de «amor-odio».