La crisis corta

Vicente Boluda Fos, valenciano, naviero, azulgrana (del Levante, «no fotem»), ha tomado el timón del Madrid, trasatlántico con vías de agua. Por el imperio económico que lidera, y las muchas horas que le ha de dedicar, no lo imagino aspirante a permanecer en la presidencia. Su primer deseo, paz social, y la decisión de no acudir al Tribunal de Arbitraje Deportivo para intentar enmendar el error de fichar a Diarra II y Huntelaar cuando sólo uno puede ser inscrito en Liga de Campeones, le califican como hombre sereno. Calderón se ha ido con toda la carga de errores a cuestas. Quienes han quedado en el club son también responsables en su parte alícuota. Al menos, por omisión. Tal vez porque el mandato del dimisionario ha sido tan presidencialista que los directivos tenían que enterarse de muchas cuestiones por los medios informativos. Juan Mendoza, quien fue vicepresidente, dimitió porque su única misión era decir sí. Boluda anuncia elecciones para julio y tal vez le convendría al club, para preparar la temporada sin urgencias, adelantarlas a mayo en domingo y con partido en el Bernabéu, lo que facilita la presencia de los socios. Boluda, si tuviera alguna intención de ser presidente por medio de las elecciones, y si no lo desea también, debería anunciar, mejor mañana que pasado, que convoca nueva asamblea, limpia, para desfacer el entuerto anterior y el adelanto de las elecciones. Las crisis, si son cortas, no son dos veces malas.