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La extraña boda de la ex de Philippe Junot por Jesús Mariñas

La Razón
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Cuentan y no acaban. Desmenuzan y hasta despedazan la historia, quizá porque hay que animar las tertulias bajo el sol. Todo se cuece en Marbella, donde ha sorprendido el secretismo de Nina, ex esposa de Philippe Junot, con su nueva boda, un enlace realizado previo pago de exclusiva. Y, si hasta ahora se limitaba a vender sus más que escarceos con la Cienciología -como hizo últimamente en «¿Dónde estás, corazón?», donde le pagaron 12.000 euros por contar su «elevación» espiritual-, su boda parisiense no tuvo tampoco relevancia alguna, sin ringorrango ni invitados de postín. Además, pocos apostaban por que llegaría ese día, especialmente porque su relación con el empresario Fernando Guizueta, muy estable, a veces se revolvía con tormentas en la costa. De ahí que, ante el inesperado enlace, resuciten ahora su también aireado matrimonio con Junot, primer marido de Carolina de Mónaco, a quien espabiló hasta convertirla en lo que hoy es. Aquello parecía un amor de cuento y casi acaba en la página de sucesos, porque la convivencia es dura. Y lo ha sido también para Nina y Fernando, nieto del creador de Guadalmina y descendiente de una familia vasca con posibles. Pero retomemos los recuerdos, no tan lejanos, de gente cercana a la pareja: -Aunque él vive en la urbanización y ella en la casa que Junot posee más arriba de Olivia Valére, a veces convivían, y ella solía comprar en Super Sol, cerquita de donde él reside. Pero el pasado verano tuvieron una de aquí te espero y algunos muebles acabaron en la calle. Fue una pesadilla, más que ensueño, de noche estival. Son cosas que pasan y que ahora, en medio de cierta estupefacción, algunos evocan y sacan a la palestra para demostrar que están enterados. Porque Marbella es en realidad una corrala de súper lujo. Gatos y perros sin hogar Y, mientras en la Costa del Sol esperan para estos días la fiesta que conmemore la boda, todos muestran adhesión a la siempre entregada Sandra Gamazo, nueva marquesa de Bellvis de las Navas tras haber heredado el título de su madre, la inolvidable Pimpi de Hohenlohe. Un señorío que marcó época y estilo, porque ella fue de las que más «chic» internacional dieron a Marbella. Sandra pasa un mal momento, lo nunca visto tras entregarse durante 17 años a crear la asociación Triple A, que se encarga de recoger y cuidar a animales abandonados. Lo presidió todo ese tiempo y organizaba sonadas fiestas benéficas cada verano en las que la ex emperatriz Soraya contribuía donando algunas de sus joyas para subastar. Su hermana, Ana Gamazo de Abelló, también aportó mucho y bueno a esta causa: -Ahora ha entrado una colaboradora nueva y todo está patas arriba, al punto de que no se registran los donativos, se falsifican permisos, desaparecen gatos sin registro y aquello es un caos. En este momento tenemos recogidos 220 perros y 180 gatos, pero temo por su futuro. Sandra está apenada porque a esta empresa ha dedicado gran parte de su vida, e incluso remata en París la carrera de veterinaria para prestar mejor servicio a su generosidad. Un trabajo ímprobo que puede venirse abajo. Marbella está con ella.