Barajas

Cerca de un millón de personas acudió a la gran eucaristía de la madrileña plaza de Colón

La familia cristiana, sin complejos
La familia cristiana, sin complejoslarazon

MADRID- A pesar del intenso frío con el que se despertó Madrid, los católicos españoles no defraudaron y, una vez más, acudieron de forma multitudinaria al llamamiento de sus obispos en favor de la familia. Con una temperatura inferior a los diez grados y con pronóstico de unas lluvias que finalmente no cayeron, cerca de un millón de personas –según fuentes de la organización– llegadas de todos los puntos de España celebraron el Día de la Sagrada Familia rezando unidos en una gran eucaristía festiva en la plaza de Colón de Madrid, presidida por el cardenal Antonio María Rouco Varela. Allí, junto al cardenal Primado, Antonio Cañizares, el cardenal arzobispo de Valencia Agustín García-Gasco y una treintena de obispos y arzobispos de diversas diócesis españolas, recibieron con un aplauso atronador el mensaje que el Papa Benedicto XVI envió en directo desde el Vaticano.
Tanto Benedicto XVI como el cardenal arzobispo de Madrid coincidieron en afirmar que la educación de los hijos ha de estar en manos de «padre y madre» y en animar a las miles de familias que seguían la ceremonia a permanecer unidas «a pesar de vivir tiempos tan críticos». Globos, pancartas bajo el lema «La familia es solidaria, el Papa es solidaridad», paraguas con los colores blanco y amarillo de la bandera vaticana, banderas españolas y de varias comunidades autónomas, completaban la estampa festiva de la plaza de Colón, dónde, antes y después de la misa, el coro de la catedral de la Almudena amenizó la espera con villancicos.
Presencia de los movimientos
A las once y media de la mañana, tras unas primeras palabras de acogida con las que se presentó a los diversos movimientos y grupos que participarían en la ceremonia, se conectó con la plaza de San Pedro del Vaticano para participar en directo del rezo del Ángelus y escuchar el mensaje del Papa, que pidió a los asistentes que no dejen que «los lazos del amor se desvirtúen». Sin embargo, los problemas técnicos impidieron que los fieles de Madrid escucharan en directo las palabras del Pontífice, que fueron repetidas por el cardenal Rouco como introducción a la homilía y emitidas en diferido al término de la eucaristía. El Santo Padre se dirigió en español a las «miles de personas» presentes en Madrid «en esta entrañable fiesta para orar por la familia y comprometerse a trabajar por ella, a favor de ella, con fortaleza y esperanza».
A continuación dio comienzo la Santa Misa en la que participaron sacerdotes y laicos de todos los movimientos eclesiales. Así, la monición de entrada corrió a cargo del iniciador del Camino Neocatecumenal, Kiko Argüello. De la primera lectura se encargó Lydia Jiménez, directora general de las Cruzadas de Santa María y en las preces participó, junto a varias familias y matrimonios de diversas vicarías de Madrid Alfredo Dagnino, presidente de la Asociación Católica de Propagandistas. En las preces se pidió que los diferentes gobiernos «promuevan el bien común de todos y de la sociedad» y que las instituciones democráticas «fomenten la igualdad, la libertad, la justicia y la paz, la unidad, la concordia y los derechos fundamentales».
El sacerdote responsable de la liturgia, Manuel González, tuvo palabras de recuerdo para las víctimas del accidente de avión del pasado mes de agosto en el aeropuerto de Barajas y pidió por «la paz, el final del terrorismo y el maltrato a las mujeres y a los niños». En su intervención también reclamó a los gobernantes mundiales que impidan que los países tengan niños soldados. Durante el ofertorio, varios matrimonios junto a sus hijos subieron hasta el altar, sobre el que rezaba la frase de Juan Pablo II «El futuro de la humanidad pasa por la familia cristiana» para llevar las ofrendas. El momento de la comunión exigía una coordinación que fue ampliamente conseguida: para poder repartir la sagrada forma a los cientos de miles de fieles presentes en la plaza, se contó con obispos, sacerdotes, seminaristas y ministros que se desplazaron en «capillas móviles» para acceder con más facilidad a todos los rincones y llegar así a todos los fieles. Al finalizar la ceremonia, en señal de que estamos en tiempo de Navidad, varias familias numerosas subieron junto a sus hijos hasta el altar, donde adoraron la imagen del Niño Jesús. Todas ellas coincidieron en calificar de «muy emotivo» el encuentro «por la asistencia multitudinaria y la llegada de familias procedentes de toda España».