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La familia un seguro de salud

Médicos, psicólogos y psiquiatras de toda España destacan la estrecha relación entre la institución familiar y la vitalidad. Los casados tienen menor riesgo de mortalidad y menos problemas mentales- Para ver el gráfico completo pinche en «Documento» (arriba, junto a la imagen)

La familia, un seguro de salud
La familia, un seguro de saludlarazon

En un estudio realizado entre 1984 y 1998, los profesores alemanes Hilke Brockmann y Thomas Klein demostraron que, en comparación con los hombres casados, los viudos tenían un 44 por ciento más de riesgo de mortalidad, mientras que en los divorciados era un 60 por ciento mayor. En las viudas, el riesgo de muerte era un 36 por ciento superior y en las solteras, un 50 por ciento superior. Éste es sólo uno de los trabajos mencionados en las jornadas celebradas este fin de semana en Madrid por The Family Watch, observatorio internacional de estudios de la familia, que reunió a médicos de atención primaria, psicólogos y psiquiatras de toda España. Su finalidad, demostrar que «la situación familiar influye decisivamente en la salud». Un papel saludable«La familia juega un papel crucial en el apoyo. Se la ha acusado injustamente de ser, en ocasiones, la precipitante de algunas enfermedades mentales, cuando en realidad es un elemento integrador. Sin la familia, la salud mental es difícil de mantener. Y cuando está desorganizada, puede provocar trastornos», comenta a este periódico Francisco Ferre Navarrete, ponente y jefe del Servicio de Psiquiatría del Hospital Universitario Gregorio Marañón. En las jornadas se hizo referencia al papel «saludable» que puede jugar el matrimonio al implicar un cambio de hábitos. Los resultados del seguimiento realizado a 320 hombres casados durante más de 14 años por parte de la Universidad de Iowa estimaba, según The Family Watch, que el matrimonio podía mejorar los índices de salud al reducir las costumbres poco saludables, como pueden ser el tabaco, el abuso de sustancias o el sexo sin protección. El observatorio apunta también los resultados del trabajo elaborado por el National Center for Health Statistics (ver gráfico). La encuesta se realizó a 127.545 adultos entre 1999 y 2002. Las cifras avalan sus tesis: un 10,5 por ciento de los casados dijo sentirse con una salud «normal o pobre», mientras que en el mismo grupo se encontraban un 16,7 de los divorciados y un 19,6 de los viudos. Más ejemplos: el 18,8 por ciento de los casados eran fumadores, frente al 38,8 por ciento de los separados o divorciados; de los primeros, abusaban del alcohol un 3,7 mientras que de los segundos lo hacían un 6,4. Sólo en algo salían perdiendo los matrimonios: el 70,6 por ciento de los hombres casados tenían sobrepeso, cuando la media era del 65,1. «Lo que realmente altera la salud de las familias no son sólo las separaciones. Están las prisas, la inmediatez o las ambiciones materiales, que generar una gran frustración. Pero una familia estructurada y sin rupturas puede suponer un factor de protección», apunta Ferre.Los hijos, sin referenteThe Family Watch hace referencia también a las conclusiones del «Adverse Childhood Experiences Study», en el que, afirma, «los niños cuyos padres se han divorciado antes de cumplir 17 años presentan mayores problemas de salud crónica que los que provienen de familias intactas». «Las enfermedades mentales más graves tienen un componente biológico, pero pueden interaccionar con lo que el niño vive: mensajes poco claros, castigos desproporcionados, o abandono del padre o de la madre», comenta Ferre.Felipe Calvo, jefe del Departamento de Oncología del Gregorio Marañón, dirigió unas jornadas que han tenido de ponentes a Ángel Nogales, catedrático de Pediatría y Decano de la Facultad de Medicina de la Complutense, y Manuel González Barón, jefe del Servicio de Oncología de la Paz. «Si el sistema sanitario no contara con el apoyo de la familia, habría que inventarla. La familia es una realidad cambiante, y eso tiene sus consecuencias en términos de salud: hay escenarios nuevos que van surgiendo, relacionados con el cambio social y el envejecimiento de la población. Por ello, se han de adaptar los criterios», afirma Calvo.