Hollywood

La Fiesta en la gran pantalla

A lo largo de la historia del cine algunos guionistas se han fijado en el mundo del toro para protagonizar sus historias. Desde Rita Hayworth hata Penélope Cruz han participado. Directores de la talla de Almodóvar o Díaz Yanes, también han utilizado el arte del toreo como telón de fondo.

La Fiesta, en la gran pantalla
La Fiesta, en la gran pantallalarazon

Dos artes unidos. El temple de un torero y la sensibilidad de un actor. El temple de un actor y la sensibilidad de un torero. El instante de un éxito o la historia de un instante. El toro y el cine. Dos mundos que han estado unidos, en unas ocasiones con más acierto que en otras, desde tiempos remotos. A pesar de la tradición taurina que existe en nuestro país, parece que nunca se ha establecido el mundo del toro como un protagonista nato. En los años 50 y en los 60 se filmaron gran cantidad de películas taurinas, muchas de ellas protagonizadas por los propios matadores. Intérpretes y torerosUna de las que más nombre tiene de esa época es «Currito de la Cruz» de la que se han hecho varias versiones adaptando la obra homónima, de Alejandro Pérez Lugín. La última de ellas está dirigida por Rafael Gil y protagonizada por Paco Rabal. También Gil dirigió «Chantaje a un torero», rodada en 1963 y protagonizada por Manuel Benítez «El Cordobés». Otro de los grandes toreros de la época fue Sebastián Palomo Linares, que en 1966 se interpretó a sí mismo en la película «Nuevo en esta plaza», de Pedro Lazaga y en la que comparte cartel con figuras del cine como Alfredo Landa y Julia Gutiérrez Caba. Todas estas películas están metidas en el saco de las «españoladas»; término quizá un poco despectivo y con el que se califican a todos los trabajos hechos durante esos años. En la época mas reciente, los directores modernos, han intentado acercarse a la tauromaquia. En 1984 se rueda una película-documental con la que comienza un nuevo tratamiento para el mundo del toro en la gran pantalla. El encargado de dar este giro es Teo Escamilla y en la cinta muestra los inicios de toreros de la talla de José Miguel Arroyo «Joselito» en la escuela de tauromaquia de Madrid. Agustín Díaz Yanes, gran aficionado a este mundo, reconoce la dificultad que existe para rodar cine: «Es muy difícil, el toro no es un actor y no te va a obedecer. Es complicado». A pesar de eso, el director madrileño ha mostrado en sus películas ciertas referencias al mundo del toro.Aunque no puede calificarse como un film completamente taurino, su ópera prima «Nadie hablara de nosotras cuando hayamos muerto», de 1995 y ganadora de ocho premios Goya, narra la vida de Gloria Duque (Victoria Abril) una mujer alcohólica que decide abandonar a su marido, en coma tras una grave cornada, e irse a México dónde acababa metida en la prostitución. El director madrileño participó también, en el guión de «Belmonte», de 1994. Si seguimos hablando de tauromaquia, una de las películas que más admira Yanes es «Torero» (1956) dirigida por Carlos Velo, que aunque nació en Orense, tras la guerra civil española se exilió en México, donde cosechó todos sus grandes triunfos. El film, casi un documental, está protagonizado por el matador Luis Procuna que, cuando va camino de la plaza, repasa su vida, sus sensaciones y sus miedos antes de enfrentarse al toro. Aunque es una producción española y aun no tiene fecha cerrada de estreno, la película «Manolete» retrata a través del actor Adrien Brody, por su gran parecido físico, la vida del matador cordobés. El internacional Pedro Almodóvar también ha fijado sus ojos en el mundo del toro. «Hable con ella» (2002) fue protagonizada por Leonor Watling y Rosario Flores, que interpreta el papel de Lydia, una mujer torero a la que un astado deja en coma. Fue precisamente este trabajo el que llamó la atención de Hollywood y otorgó al director manchego, el segundo Oscar de su carrera. Ya en 1941, la industria americana había descubierto la sensibilidad del toro a través de la obra literaria de Blasco Ibañez, «Sangre y arena» y Rouben Mamoulian se atrevió a dirigir un film con el mismo nombre. Con el clásico argumento en este tipo de cine, el gran aliciente de esta cinta reside en los actores que participan: Tyron Power y Rita Hayworth; años después, en 1989 y en otra versión de la misma obra fueron la actriz Sharon Stone y Christopher Rydell los que se pusieron a las órdenes de Javier Elorrieta, para interpretar al torero Juan Gallardo y a su amante. No sólo el cine ha utilizado al toro como hilo conductor de sus producciones; el arte del toreo también ha dado grandes éxitos a la televisión. Jaime de Armiñán dirigió en 1988, la serie «Juncal», protagonizada por Francisco Rabal. En ella se narra la historia de un matador de toros que por una cornada se ve obligado a alejarse de ese mundo. Tras rencontrarse con su hijo, novillero prometedor, ve la posibilidad de vivir, a través del chaval, la vida que le hubiera gustado para él.No es fácil reflejar la veracidad del mundo del toro a través de una cámara de televisión. Como explica Díaz Yanes: «El toro no es un actor». Si no se vive el momento de una media verónica es difícil poder valorar su intensidad.

Adrien Brody es ManoleteLa vida de Manuel Rodríguez Sánchez «Manolete» también ha llegado a la gran pantalla. Sin fecha de estreno confirmada, la película aún tiene que solventar las deudas económicas, y el embargo judicial que ha sufrido, y que a punto estuvieron de paralizar el rodaje. La producción supuso un coste de 20 millones de euros. La cinta, de producción española aunque está dirigida por el holandés Menno Meyjers, relata la vida y la muerte, en la plaza de Linares, de Manolete, el torero más legendario que ha dado nuestro país (Adrien Brody), y la historia que vive junto a Lupe Sino, su gran amor hasta el último momento de su vida (Penélope Cruz). Los diestros Cayetano Rivera y Juan Antonio Ruiz «Espartaco», fueron los encargados de transmitir durante meses a Brody el sentir, el pensar y el vivir de un torero.

Achero Mañas es BelmonteNombrarlo es nombrar el toreo. Juan Belmonte, gran lector, autodidacta y amigo de intelectuales como Valle-Inclán o Pérez de Ayala, consiguió entremezclar su mundo con el de las letras, pisando la arena del ruedo. «Sólo te falta morir en la plaza» le dijo un día Valle-Inclán y, aunque para muchos Juan Belmonte era un torero suicida, esa frase siempre quedó en anécdota. Una vida tan apasionada como la del torero sevillano no podía caer en el olvido, por lo que su historia también se trasladó al cine. En 1994 Juan Sebastián Bollaín dirigió al actor Achero Mañas en una película que narra la vida del torero. Desde sus primeros años de adolescencia en Sevilla hasta su muerte, en la finca de Utrera en la que vivió sus últimos momentos. El hilo central del film narra la amistad, y a la vez gran rivalidad, que siempre le unió con Joselito «El Gallo» y la tristeza en la que se sumió Juan Belmonte cuando le dijeron que su compañero de batalla, de luchas y de triunfos había muerto en la plaza toledana de Talavera de la Reina.