Cirugía
La hemostasia evita el desangrado en el quirófano
Cada año se realizan en España más de tres millones de intervenciones quirúrgicas. Aunque los avances en cirugía son cada vez más evidentes y la seguridad en quirófano es mayor que nunca, con relativa frecuencia se producen hemorragias que complican la praxis médica. Un flujo sanguíneo o una hemorragia incontrolados en el contexto de una operación pueden provocar al paciente un shock o incluso la muerte, y esta situación es una de las principales complicaciones a las que puede enfrentarse un cirujano durante una operación. Ante este problema, la solución más global es la hemostasia o, lo que es lo mismo, la detención del sangrado. Si bien las hemorragias resultan frecuentes en las intervenciones oncológicas, el riesgo de que se produzcan es inherente a la propia cirugía. Según Javier Aguirrezabalaga, director del Centro Tecnológico de Formación del Complejo Hospitalario Universitario de La Coruña, que recientemente ha acogido el curso práctico International Innovation Wet Lab, «la hemostasia es necesaria en todas las intervenciones quirúrgicas». Soluciones La mayor parte de las veces controlamos los sangrados con el material quirúrgico habitual (suturas, bisturí eléctrico...), pero en otras ocasiones todo ese armamento resulta insuficiente y la hemorragia persiste». Es el caso, por ejemplo, de las hemorragias en los huesos, donde «no se pueden usar suturas». También los órganos intraabdominales -como hígado, bazo o riñón-son a veces difíciles de suturar por su textura. En estas situaciones resulta necesario recurrir a los dispositivos hemostáticos que garantizan el control y detención del sangrado. Los cirujanos, que consideran indispensable la disponibilidad de este tipo de herramientas en sus quirófanos, cuentan con una gran variedad de hemostáticos que cada vez evolucionan más en su técnica y sus resultados. Entre todos ellos destacan los de origen vegetal, bactericidas y absorbibles, que aportan importantes ventajas tanto para el cirujano como para el paciente. Según Aguirrezabalaga, «estas herramientas consiguen controlar el sangrado de forma rápida y segura, aumentan el control de las infecciones quirúrgicas gracias a su efecto bactericida; y al ser absorbibles, evitan el depósito de restos en el organismo y descartan que se produzca cualquier reacción anafiláctica».
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