Valencia
La Mancha desata las alarmas en el PSOE
MADRID- A medida que se analizan los resultados del 7-J, en la calle Ferraz hay menos motivo para la satisfacción. El resultado no es tan aceptable como en principio se difundió. Porque ni es cierto que la crisis haya castigado a todos los Gobiernos europeos por igual (ahí están Francia, Alemania e Italia) ni tampoco que el comportamiento electoral por comunidades autónomas haya dejado intacta la correlación de fuerzas entre partidos. Y es que, además de que el PP ha ganado en 11 comunidades mientras el PSOE sólo se impuso en cinco (Andalucía, Cataluña, Aragón, Extremadura y Asturias), los socialistas han perdido fuerza en todas las autonomías, gobiernen o no en ellas. Hay una a la que los «gurús» de las encuestas y extrapolaciones miran con especial preocupación, y es Castilla-La Mancha. ¿Motivo? El descenso de los socialistas ha sido de seis puntos porcentuales respecto a 2004 en la comunidad de José María Barreda. La bajada no se atribuye ni a la crisis, ni al paro, ni a ninguna coyuntura, más bien se cree estar en una constante que ya se repite en cada consulta electoral. No en vano, en las generales de 2008, el PSOE perdió otros cuatro puntos respecto a la convocatoria de 2004, cuando Zapatero ganó por primera vez el Gobierno. Quienes saben de demoscopia y conocen el voto del PSOE provincia a provincia temen que uno de los tradicionales feudos de la izquierda pueda estar en peligro y además poner en en muy difícil situación a Zapatero ante los comicios de 2012. Lo cierto es que la dirección federal ya tomó nota de la pérdida de apoyos en Castilla-La Mancha en marzo de 2008, cuando siendo José Bono número uno por Toledo, el popular Arturo García Tizón le sacó tres escaños de ventaja. Y lo mismo ocurre en Cuenca, Guadalajara, Ciudad Real y Albacete, ya que en ninguna de las capitales de provincia el PSOE es primera fuerza política. Hay lugares donde los populares aventajan a los socialistas en 20 puntos. Cuando la convocatoria es autonómica, la tendencia se invierte, pues es el PSOE quien se impone al PP por más de ocho puntos. Así ocurrió en 2007, pero ya entonces se registró una caída de 6 puntos y tres escaños en el marcador socialista. Así que a pesar de las humillantes derrotas socialistas en Madrid y Valencia, donde el PSOE había fiado su suerte a la utilización política de supuestos casos de corrupción, la preocupación hoy está más bien en Castilla-La Mancha, pues si en Andalucía sigue avanzando el PP como parece y en Cataluña Zapatero pierde también adeptos, una tercera victoria en 2012 no estaría segura. Más allá de cábalas globales, Madrid es caso aparte. Hace 15 años que el PSOE perdió el poder y no hay visos de recuperarlo. El PP goza desde entonces de una situación inmejorable y el Partido Socialista de Madrid (PSM) vive en crisis permanente. Y eso que cuando Zapatero ganó las últimas generales en 2008, la dirección federal se conjuró para arreglar la sempiterna convulsa situación orgánica de sus federaciones más conflictivas y más incapaces de levantar cabeza. Pero ninguna de las decisiones tomadas ha dado el menor resultado, sino todo lo contrario. Madrid ha tenido desde 1995 distintos liderazgos, y ninguno logró sobrevivir a las derrotas. Ni Jaime Lissavetzky antaño, ni Rafael Simancas, que fue guillotinado dos meses después de perder las elecciones de 2007, lograron enderezar a una de las federaciones más convulsas del socialismo español. Pero, nadie ve tampoco en el hoy secretario general del PSM, Tomás Gómez, el hombre capaz de recuperar la plaza más importante de España. «El problema de Madrid es la incapacidad manifiesta de sus líderes de adecuar el discurso socialista con el de las clases medias», admite un poderoso dirigentes del PSOE. Gómez carece de proyecto, de proyección y de músculo político para arrebatar a Esperanza Aguirre la Puerta del Sol. El domingo pasado Gómez perdió por 13, seis más que en las europeas de 2004. Y el PSM ya se ha levantado en armas contra él y contra su dirección. Aunque, de momento, en Ferraz estudian, como si no lo supieran, si el problema endémico madrileño es de marca o de candidatos. Lo uno y lo otro. Ni con pesos fuertes Lo mismo se puede decir de la federación valenciana, donde el PSOE creyó que con el resultado de las municipales de 2007 había tocado suelo electoral, y las cosas han ido a peor. El cambio profundo que se prometió con la elección como secretario general de Jorge Alarte hace menos de un año tampoco ha dado ningún fruto. Acosado por los supuestos casos de corrupción y con un presidente en entredicho, el PP valenciano ha ganado por 15 puntos de ventaja a un PSPV al que no le ha dado ningún resultado la utilización política del «caso Gürtel». Lo de Valencia es un clamor. Y eso que en las anteriores generales, Zapatero decidió que las candidaturas de las tres provincias estuvieran encabezadas por pesos fuertes. Allá que fueron Teresa Fernández de la Vega (Valencia), Bernat Soria (Alicante) y Jordi Sevilla (Castellón). Ni por esas.
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