Barcelona

La maravillosa rutina de Nadal

La maravillosa rutina de Nadal
La maravillosa rutina de Nadallarazon

Rafa Nadal ha convertido un hecho extraordinario como es ganar el Masters de Montecarlo en una rutina maravillosa. Cinco victorias seguidas, su enésimo récord. Nadie, ni los más grandes sobre tierra batida fueron tan lejos en el torneo monegasco. Sólo él se lo ha llevado desde 2005 y la victoria ante Djokovic se presenta como el anuncio de lo que está por venir. La prolongación de su dictadura sobre tierra batida no ha hecho más que arrancar su quinto capítulo. «Rafa, eres increíble» fue lo primero que se le ocurrió pronunciar al serbio en la entrega de tro- feos. «Es el jugador más grande del mundo sobre tierra batida», dijo Murray tras caer en semifinales. El escocés quizá se quedase corto. El número uno del mundo lo es todavía más tras su paso por Montecarlo, la primera estación en su «tour» anual sobre la arcilla roja. En 2005, 2006, 2007 y 2008 añadió a la victoria en Mónaco, Barcelona, Roma -Hamburgo el pasado año en vez del Masters del Foro Itálico- y Roland Garros. Un despliegue sin precedentes. «La temporada en tierra batida no ha hecho más que empezar», comentó tras cumplir con el rito de morder el trofeo. La única diferencia con las finales anteriores es que «Nole» fue capaz de arrebatarle un set. Dominó el primero, le ganó el segundo, pero se desplomó en el tercero. Su irregularidad e inconsistencia mental son los dos grandes factores que le alejan de Nadal. En el séptimo juego del primer set, Rafa logró un «break» y el de Belgrado se acordó de sus ya clásicos problemas en la espalda. Montó el típico numerito, los gestos de dolor que casi nadie se cree y solicitó la presencia del fisio. Luego se olvidó de jugar y Rafa encadenó tres juegos consecutivos para encarrilar la final. En el momento más crítico sur- gió la mejor versión del balcánico. Su talento le permitió dominar al mejor terrícola del planeta. Se lle- vó el set con una facilidad pasmosa. Maniató a Nadal. Fue tan salva- je que generó dudas en el de Manacor, pero esas dudas, que a cualquier otro hubieran sepultado, reactivaron al número uno. En el primer juego del tercer set, con Djokovic crecido, Rafa estaba al servicio. Su saque no ha sido precisamente una de sus mejores armas durante el torneo. En la final tampoco funcionó como desea. Se topó con tres bolas de «break». Las salvó todas y Djokovic volvió a convertirse en el jugador inestable que desperdicia su talento por su mala cabeza. Cedió su servicio e intentó agarrarse al partido en el tercer juego. Tras más de 12 minutos de pelea logró un «break», pero Rafa lo recuperó y obligó a «Nole» a buscar medidas desesperadas. Llegaron las dobles faltas, las subidas suicidas y Nadal no desaprovechó la primera oportunidad que tuvo para apuntarse su quinta victoria en Montecarlo. «Me encanta jugar aquí y ganar cinco veces es un sueño», aseguró el español en la celebración de su trigésimo cuarto título con sólo 22 años. Ahora llegan el Godó, Roma -donde puede obtener muchos puntos, ya que sólo defiende la segunda ronda-, Madrid y la tierra prometida, Roland Garros.