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La muerte de un viajante

La Razón
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e visto en repetidas ocasiones «La muerte de un viajante», de Arthur Miller. Recuerdo la extraordinaria interpretación de José Luis López Vázquez en un teatro de Madrid hace un cuarto de siglo y, por supuesto, la memorable de Dustin Hoffmann secundado por John Malkovich. Con todo, creo que para muchos españoles el viajante siempre estará vinculado a un insuperable José María Rodero en la época añorada en que TVE emitía Estudio 1. El tema de el viajante es de sobra conocido.

Un experimentado vendedor –Willy Loman– llega al final de su carrera sin haber terminado de pagar la hipoteca y, sobre todo, viendo cómo sus dos hijos están distanciados de él sin que nada permita pronosticar que superarán el status de fracasados. Ha sido costumbre leer «La muerte del viajante» como una crítica del sistema capitalista que utiliza a la gente para luego tirarla como un «kleenex» usado, pero la obra de Miller es mucho más profunda y humana que un panfleto. Willy es, en realidad, el paradigma del ser humano que decide engañarse durante décadas. Miente sobre sus hijos sin educarlos adecuadamente, miente sobre su trabajo sin pensar en el mañana, miente sobre la manera en que lo ven los demás.

Cuando llega el otoño de la vida, esa suma de mentiras son una bala de cañón atada a su cuello que amenaza con hundirlo irremediablemente en el mar de la existencia. Durante años, Loman ha regalado medias de seda a las fulanas con que se encontraba en sus viajes mientras su mujer zurcía las suyas; ha ridiculizado a los niños que estudiaban a diferencia de sus hijos; ha rechazado incluso las oportunidades de vivir de manera menos vanidosa, pero más decente. El resultado es funesto. Tan letal que ni siquiera su abnegada esposa –un tipo de personaje que hoy habría que buscar con la linterna de Diógenes para encontrarlo– puede cambiar la situación. El viajante es, a fin de cuentas, un drama sobre la verdad y la mentira, y deja de manifiesto que ésta última, como dice el Libro sagrado, siempre conduce a la muerte.

César VIDAL