Historia

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La nueva moda del bronceado sin sol por José Antonio Vera

La nueva moda del bronceado sin sol, por José Antonio Vera
La nueva moda del bronceado sin sol, por José Antonio Veralarazon

Ante las cada vez mayores evidencias de que los rayos ultravioletas del sol dañan la epidermis, la estropean, la avejentan e incluso puedan generar manchas, lentigos y melanomas, se impone cada vez más la moda del autobronceado, que permite lucir un aspecto moreno sin necesidad de ponerse ocho horas bajo el sol del estío. Hay que decir que el problema de los rayos del sol está sobre todo en exponerse a ellos sin protección suficiente y, particularmente, en las horas en las que los UV-B ultravioletas caen más directamente, o sea, en las centrales del día. Por la mañana temprano y al atardecer es menor el peligro, dado que lo que llegan son los beneficiosos infrarrojos, que queman poco y nos otorgan el dorado que tanto deseamos en estas fechas.Pero ante las dudas y en prevención de posibles problemas, cada vez hay más gente, sobre todo mujeres, que usan autobronceadores, cremas que estimulan la melanina de la piel oscureciéndola al contacto con las sustancias que transportan. Con un resultado ciertamente desigual, pues si bien es cierto que hay algunas que provocan un bronce más que razonable, también es verdad que son muchas las que no sirven más que procurar un aspecto entre amarillo y anaranjado que deja bastante que desear. Lo he visto en mis hijas. Empezaron muy contentas a ponerse potingues a tutiplén, y al poco tiempo me confesaron que sólo les había servido para colorearles el pigmento con cierto tono hepático nada interesante. Aderezado, además, con churretones colacao manifiestamente mejorables. De manera que, cuando les sugerí que «me dejéis niñas este potingue para embadurnarme el «body»», ellas me dijeron prestas y convencidas que, «ni se te ocurra papá, ya que acabaras teniendo pesadillas: cara marrón, manos naranjas, tripa caramelo y piernas con lamparones de diferentes colores». De manera que, ni se me pasó ponerme el milagroso ungüento hasta que, consultado con una amiga que tengo por esteticien experta, me aclaró dos cosas principales: una, que no hay que comprar cremas baratas. Al final acaban siendo siempre caras. Y dos, que es bueno saber unas cuantas cosas antes de empezar con los linimentos. Asegura, en este sentido, que conviene exfoliar primero la piel, aplicar después crema hidratante, y finalmente, el autobronceador hasta la absorción completa, pero teniendo muy en cuenta que es aconsejable lavarse bien las manos, y evitar talones, codos y zonas rugosas, porque ahí nunca llevamos bronceado y quedaría fatal darle la mano al personal con toda la palma ennegrecida. Y hay que esperar siempre entre media hora y una hora antes de vestirse para no dejar marcas, surcos o manchas fosforitas.Me dijo también mi admirada y experta amiga que los autobronceadores de ahora han mejorado mucho y ya no amarillean ni resecan ni huelen mal ni manchan la ropa. Proporcionan un moreno caramelo muy atractivo sin necesidad de abrasarse al mediodía ni de exponer la dermis al peligro de las melasmas, cloasmas, elastosis e incluso los melanomas.Total, una maravilla, aunque he de reconocer que aún no los he probado. Eso sí, he consultado unos cuantos libros y me he enterado de que estos productos están basados en un agente activo que no es más que un tipo de azúcar incoloro de tres átomos de carbono, la dihidroxiacetona (DHA). El problema es que su efecto desaparece a los cinco o seis días de aplicarlo, por lo que para mantener el color hay que realizar embadurnamientos cada tres o cuatro días, sin descanso. También conviene tener en cuenta que no son filtros solares, y que por tanto, si queremos tomar el sol debemos protegernos debidamente la piel con cremas anti-rayos ultravioleta, en especial en las zonas en las que tenemos manchas, cicatrices, hematomas, etcétera.Todo esto está muy bien, pero además, yo aconsejaría a quien quiera tener un bronceado dorado natural, que tome muchos carotenoides, sobre todo zanahorias, tomates y frutas de colores naranja y amarillo, y que absorban un poco de sol cuando éste ya no resulta peligroso. O sea, al atardecer y al amanecer. Si además nos damos baños de mar, el resultado será espectacular. Lo juro.

José Antonio Vera jvera@larazon.es