Medio Ambiente
La Pajarera de Doñaña
No es sólo un árbol esta «pajarera», sino varios alcornoques que han adquirido un importantísimo papel ecológico: en sus copas, que se extienden a lo largo y ancho de unas 60 hectáreas del Parque Nacional de Doñana, encuentran cobijo en primavera y verano gran número de aves ciconiformes (cigüeñas, espátulas, garzas o garcillas, entre otras especies), que los utilizan para nidificar. Los alcornoques que quedan actualmente son ejemplares muy viejos, la mayoría entre los 100 y 500 años, y representan una muestra de los antiguos bosques de su especie que ocupaban esta zona.El alcornoque (Quercus suber L.) es un árbol endémico de la región mediterránea occidental que se caracteriza por estar cubierto por una gruesa corteza, de la que se extrae el corcho. Puede llegar a alcanzar los 25 metros de altura y presenta una copa densa y extensa, redondeada e irregular. Florece por primavera y a veces, de forma difusa, hasta el verano y el otoño. Su fruto, como en otros árboles de su familia, es una bellota que madura durante el otoño y parte del invierno. El alcornoque se encuentra en los países del oeste del Mediterráneo, tanto en el sur de Europa como en el norte de África. Vive en terrenos silíceos, sueltos y permeables. Precisa de luz intensa y aguanta bien el calor, aunque no prospera en climas demasiado secos.La Pajarera de Doñana comenzó a ser ocupada por miles de aves durante el último tercio del siglo XX, al quedar protegida la zona tras la creación de la Reserva Biológica, origen de lo que constituye hoy en día el Parque Nacional de Doñana. Las aves encontraron aquí una base ideal para nidificar por la idoneidad del alcornoque para dicho fin, la proximidad de la marisma como fuente inagotable de alimento y, sobre todo, porque ya no eran presionadas por los cazadores. Lástima que no todo sea positivo en la generosidad de los alcornoques: el número creciente de nidos y el consiguiente aumento de peso y, sobre todo, el impacto de los excrementos de las aves, ricos en elementos ácidos y corrosivos, han deteriorado estos árboles y el suelo donde se ubican, hasta el punto de que algunos ejemplares se han secado.Los censos realizados arrojan datos sorprendentes. En el año 2001 llegó a albergar 12.917 parejas de aves. Hoy esta densidad de población ha bajado, lo cual no impide que los propios alcornocales sigan estando en peligro, para lo que se barajan medidas de protección tales como la protección de ramas dañadas o el traslado de nidos a otros lugares del Parque Nacional.
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