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La resurrección de Soraya: la cantante se recupera tras su derrota en Eurovisión

La resurrección de Soraya
La resurrección de Sorayalarazon

Son las cuatro de la madrugada. Soraya abandona el Olympisky Arena después de haberse quitado de encima los 10.000 cristales de Swarovsky y parte de la tensión que de por sí transmite Eurovisión. Mientras el noruego y su violín celebran la victoria, la cacereña no tiene cuerpo para más fiestas. Ha sido un día eterno. Está cansada pero no se siente derrotada, a pesar del castigo del jurado y del televoto del público, aderezado con un supuesto boicot a TVE por parte de la organización del festival. Acompañada por Jonathan, su novio sueco, se marcha al hotel con una botella de agua en la mano y la tranquilidad de haberlo dado todo en los últimos seis meses. Ni una lágrima derramada, tampoco un mal gesto. Se despide de Moscú con su sonrisa y un «por fin nos vamos a casa».Lejos de la indiferencia con la que se asumió la debacle de Las Ketchup o Son de Sol –¿alguien sabe dónde están?–, los 23 puntos de Soraya no se han traducido en un destierro mediático. Más bien lo contrario. Lo que podría haber sido una semana de duelo que muchos han aprovechado para crucificarla a golpe de «Vivo pollella» o exigir la salida de España del festival –ayer se hacía pública una encuesta en la que apenas participaban 800 «eurofans»–, para Soraya Arnelas ha supuesto sólo cerrar un capítulo. Ahora, el que toca leer es el que habla de su nueva gira.Su pueblo la esperaEn estos días de aparente «calvario», Soraya no se ha ocultado en un refugio nuclear. Eso sí, ha tenido a sus padres en todo momento a su lado, mientras en Valencia de Alcántara la espera su pueblo, el que la condecoró dos meses antes como Hija Predilecta y donde el tito Emilio, el favorito de la cacereña, guarda silencio frente a lo que considera una «injusticia»·.A buen seguro que Soraya ha intentado calmar los ánimos a golpe de meditación y con alguno de los libros de Anna Gavalda que le recomienda la periodista Ángeles López a través de su conversaciones por mail. «Es una devoradora de libros y está deseando grabar un disco de soul negro», reconoce. Pero también ha habido tiempo para la fiesta. Y los baños de masas, improvisados, eso sí. El martes acudió como una «fan» más al concierto de Beyoncé en el Palacio de los Deportes, y la Arnelas dio la vuelta a lo que sus seguidores vivieron como un «pésame», . Beyoncé aparte, Soraya está ensayando con su banda para afinar en su primer concierto, el 13 de junio. La que viene se pondrá a tono con los bailarines, entre ellos, Arneis, que no pudo acompañarla a Moscú pero que ya ha podido hablar con ella: «Cuando la vi, me sorprendió, como siempre, tiene más fuerza todavía a pesar de los acontecimientos. He trabajado con magníficas artistas como Pastora Soler, Ana Torroja y Mónica Naranjo, y no he visto a una persona con tanta fuerza, seguridad y control sobre el escenario como ella», aseguraEse autocontrol fue del que presumió también el sábado por la noche en la Green Room, la sala donde siguieron los artistas la gala eurovisiva. «Al terminar las votaciones nos preguntamos la razón del resultado. Nos dio pena, pero Soraya, y nosotros con ella, estábamos satisfechos, y en ningún momento salió de su boca un ‘‘¡Dios mío, qué fracaso''», comenta Noemí Gallego, una de las coristas que vivieron con ella esos tres minutos que pudieron contemplar más de 300 millones de espectadores. Impecable actuación«Estábamos asustaditos en el camerino, y, cuando llegó de la Green Room –donde los artistas siguieron la final–, hizo borrón y cuenta nueva. Me quedé impactada por el coraje que demostró la "Barbie", como la llamamos cariñosamente», recuerda Sara Romero, su maquilladora, y lo suscribe Juan Pedro López, su estilista: «Cuando terminó todo, nos dimos un abrazo tremendo. Tenía mal sabor de boca por las votaciones, pero no hizo falta darle ánimos, sabía que la actuación fue impecable». Juan Pedro sigue todavía hoy impactado por esa «fuerza contenida» de Soraya segundos antes de saltar al escenario, cuando él intentaba ajustarle el cuello del vestido. Aunque las apariciones públicas de la artista se han medido con cuentagotas esta semana, ha cumplido con estoicidad los compromisos con TVE: unas declaraciones de rigor para el Telediario, entrevista con RNE y encuentro digital con sus «fans». ¿El motivo de tanto silencio? «Hemos querido dar carpetazo y zanjar el asunto, ahora toca mirar para adelante, ha sido una decisión de Vale Music pensando que es lo mejor para ella», adelantan desde su compañía discográfica para justificar las negativas a entrevistarla. Y, para que nadie quiera hurgar en la herida, cuando el miércoles reapareció en «Operación Triunfo», la propia Soraya tomó la palabra sin dar pie a Jesús Vázquez para formular una moraleja festivalera. Dijo sentirse muy orgullosa de representar a España, pero aparcó «La noche es para mí» para estrenar el que ya es su nuevo single: «Caminaré». Nada más poner un pie en los estudios barceloneses de Gestmusic, se reencontró con Myriam Benedited, su profesora más admirada en la academia: «Estaba estupenda y fuerte, me dijo: "Ya está, esto ha sido así y hay que seguir currando, esto es lo que hay y punto, porque tengo una gira por delante"». Myriam todavía revive con emoción su primera clase juntas: «Tenía que salir de una parte alta, vi cómo se movía y me dije: esta tía es una artistaza. Pero no por tener ese don no trabaja. No para, y le da igual estar más horas con una canción. Nunca te dice que no a nada». ¿Y esa etiqueta de prepotencia que se le cuelga? «En este país no se perdona a una mujer tan segura de sí misma, es una persona con mucha fortaleza y perfeccionista, y eso lo confunden con prepotencia», certifica Benedited.Víctor Estévez y Guillermo Martín, los dos mejores amigos que guarda de su paso por OT y que reafirman su «entereza» durante esta semana, han «sufrido» ese ímpetu perfeccionista. «Algunas veces se ponía a taconear a las tres de la madrugada en la academia hasta que le salía un paso, y nos despertaba por el ruido», comenta Víctor, su pareja en aquel «New York, New York» que catapultó a Soraya. «Imagínate si se toma en serio su trabajo que era la única en los pases de micro que hacíamos con los profesores que bajaba absolutamente arreglada», comenta Guillermo.Azafata y artistaA Carolina nunca le cantó a cinco mil pies de altura cuando ambas eran azafatas. Y eso que en Air Madrid compartieron muchas horas de vuelo que dieron paso a una amistad que la fama no ha agrietado: «Sí que tarareaba alguna que otra canción cuando sonaba en la radio de mi casa, pero no sacaba su verdadera voz», recuerda. De ahí el «tú estás loca» de Carolina cuando le dejó caer que iría a un casting. «Se mueve por corazonadas. Un día soltó un "estoy harta de servir coca-cola y de localizar salidas de emergencias, me presento a OT", y mira dónde ha llegado. Eurovisión fue otra corazonada». Ni compañeros, ni profesores, ni enemigos. Ni siquiera la vecina «radiopatio» de su pueblo. Encontrar a alguien que hable mal de Soraya es invertir a fondo perdido, salvo que uno se cuele en las tertulias «tomateras». «Me da mucha rabia que busquen hacer leña de un árbol que no se ha caído. Es dura por fuera, pero muy sensible por dentro. Por eso, todo lo que tenga que llorar, lo llorará en casa. De puertas para afuera en su cara sólo se verá las ganas de seguir luchando», asegura Reme, presidenta de su club de «fans», con quien se puso en contacto a través de un sms nada más aterrizar en Madrid: «No os preocupéis, el tiempo pondrá a cada uno en su sitio».