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Las Infantas bailan rock

La Razón
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¿Es la música alivio para las penas? Eso siempre se ha dicho, incluso con las canciones tristes, aunque siempre es mejor mover el esqueleto. Por eso nos alegramos de ver de nuevo que las Infantas bailan rock, como hace un par de décadas, cuando la otra noche Elena y Cristina, en compañía de Letizia, igual que si formaran un trío de pop de rubias marchosas, las «Royal girls», se fueron a pegar saltos al concierto de Bruce Springsteen con ánimo de divertirse. Puede que «el Boss» sea la terapia perfecta para olvidar por un tiempo los corsés que sujetan demasiado a chicas todavía jóvenes con ganas de desmelenarse de vez en cuando, al igual que les sucede a muchas compañeras de generación. Cuando hay razones que pide el cuerpo que el corazón entiende. Más aún en el caso de Elena y su recién estrenada libertad, que le permite recuperar su antiguo gusto por el despendole discotequero. Habrá quien le critique el festivo regreso al ritmo de la mocedad, pero ahí están don Bruce y «The river», para mostrar que la vida sigue y las viejas roqueras nunca mueren, incluso en la familia Real.

Las mujeres buenas

Nos venden tanto un universo de malas mujeres, que nos olvidamos de que el mundo está lleno de mujeres buenas. No hay más que pasearse por el Rastrillo, por poner un ejemplo, y contemplar a todas las señoras eternas con sus peinados estupendos y vestimentas impecables, luciendo indiscutibles intenciones caritativas en la compra-venta, dejándose ver entre sonrisas y canapés, que lo cortés no quita lo caliente, especialmente la croqueta. Sobre todo, ahora que la solidaridad está muy de moda, y la categoría sube según lo que se adopta, patrocina o apadrina.

Alicia Koplowitz ha recibido el premio Infancia por su labor en defensa de los derechos infantiles. Cristina visita la casa McDonald's que acoge a niños en tratamiento médico. Silvia Abascal apoya a Mundo Cooperante, que muestra los efectos de la degradación ambiental en la gente de corta edad. Y así un sin número de damas de nuestra sociedad sensible. La última, Ana Rosa Quintana, que se ha subido hasta el Nepal para ayudar con su fama a la educación de los pequeños tibetanos. Puede que hasta haya donado una colección de su revista y una tirada de su novela para las bibliotecas.

A pesar de que ya sabemos que los trámites de adopción son cada vez más complicados, salvo para Angelina Jolie, la nueva Mia Farrow, que adopta niños como churros y que, por dar cobijo, hasta se lo ha dado al mocetón de su guardaespaldas ofreciéndole alcoba. No es de extrañar que Brad Pitt acabe de declarar que no piensa salir más desnudo en las películas por respeto a lo que tiene en casa. Pero en todo esto la palma se la lleva como siempre Tita Cervera, que ha amadrinado a un pollino al que ha puesto de nombre Paul Gauguin. ¡Menos mal que al menos no lo ha llamado Gallardón!